Tal día como hoy, hace 220 años, nació en Sabadell (Vallès Occidental) Pere Turull i Sallent, conocido en las Españas como el Rico Catalán. Fue comerciante de lana y de algodón –que adquiría a los productores y revendía a los fabricantes– y fundador de la fábrica Vapor Turull –un emblema de la Revolución Industrial en el sector textil–. En el transcurso de su vida acumuló una considerable riqueza y poder político, y se convirtió en el paradigma de la clase burguesa que lideraría la Revolución Industrial catalana.

Pere Turull es, también, el paradigma del rara avis catalán en la España del siglo XIX, dominada por las desigualdades, el atavismo y el oscurantismo. En sus múltiples viajes a Castilla, Andalucía y Extremadura –para negociar con los grandes terratenientes agrarios que le abastecían de materia prima; cultivó –sin saberlo ni quererlo– el estigma que ha perseguido contemporáneamente a los catalanes: el catalán rico, avaro y usurero. La divisa de la cultura contemporánea de la catalanofobia. El argumento perverso que alimenta el falso discurso que pretende justificar la mediocridad que impera entre las clases políticas españolas.

En cambio, en Sabadell –y en el conjunto de Catalunya–, Turull simboliza la cultura de la emprendeduría y de la modernidad en una etapa clave de la historia del país. Inspirado en el modelo industrial inglés, fue uno de los pioneros en la introducción de la máquina de vapor en condensador en el proceso de fabricación textil. Eso lo convirtió en uno de los principales impulsores del proceso de transformación económico de Catalunya hacia un modelo capitalista. A lo largo del tiempo se convirtió en banquero y financió múltiples proyectos de inversión que hicieron que Sabadell se convirtiera en una de las capitales mundiales del textil.