Tal día como hoy del año 1656, hace 366 años, en Barcelona, nacía Antoni de Villarroel y Peláez, que, cincuenta y siete años más tarde, se convertiría en la máxima autoridad militar en la defensa de Barcelona durante el asedio de 1713-1714. Villarroel era hijo del militar castellano Francisco de Villarroel, originario de una pequeña villa de la diócesis de Toledo y oficial del Tercio Díaz Pimienta, que había llegado a Catalunya desde su anterior destino de Ceuta durante el enfrentamiento entre las monarquías hispánica y francesa en el conflicto denominado Guerra de los Nueve Años (1688-1697). Cuando la pareja Villarroel-Peláez llegó a Barcelona solo tenían un hijo (el primogénito Diego). En cambio, Antoni y sus hermanos pequeños —Íñigo e Isabel— nacieron en la capital catalana.

Villarroel fue destinado a la carrera militar y durante los primeros compases de la Guerra de Sucesión tomó parte en varios episodios bélicos combatiendo con el ejército borbónico. Según las fuentes documentales, combatió como teniente general en los campos de batalla de Italia (1705-1706) y a partir de 1707 tomó parte en varias batallas en el País Valencià y en Catalunya, siempre a las órdenes del mariscal Felipe de Orleans. Participó en la toma de Requena (1707) y en los asedios de Lleida (1707) y de Tortosa (1708), que se saldaron con la muerte de miles de defensores civiles. El año 1708, secundó una conspiración de Felipe de Orleans, que pretendía derrocar Felipe V y repartirse los territorios de la monarquía hispánica con Carlos de Habsburgo.

Aquella conspiración fue descubierta y tuvo que huir y ocultarse durante un año en los bosques de Galicia. Finalmente, consiguió incorporarse a los ejércitos de Carlos de Habsburgo y fue nombrado general del ejército imperial en Catalunya (1713). Tan solo una semana más tarde, el ejército austriacista abandonaba el Principado. En este punto, los Tres Comunes (el equivalente al Parlamento) lo nombraron responsable de la defensa de Barcelona. No obstante, Villarroel nunca entendió que la misma la Junta de Guerra (el gobierno efectivo) había asignado el cargo de comandante en jefe a la máxima autoridad civil, y sus enfrentamientos con Rafael Casanova, conseller en cap de Barcelona, fueron constantes.