Tal día como hoy del año 1903, hace 120 años, en Sukarrieta (Vizcaya, Euskal Herria), moría el periodista, escritor y político Sabin Arana Goiri, que había sido el fundador del primer movimiento político vasquista moderno. Sabin Arana había nacido en 1865 en el barrio de Abando (el ensanche urbanístico de Bilbao durante el siglo XIX), en una familia vascoparlante, tradicionalista y confesional, y muy comprometida con el movimiento carlista vasco (defensor de la recuperación del régimen foral). Por este motivo, tras la definitiva derrota carlista (1876), su familia tuvo que exiliarse a Iparralde (Euskadi Norte) y buena parte de su niñez transcurrió en Bayona.

Inició la carrera de Derecho en Barcelona (1885), pero abandonó los estudios por la prematura muerte de su madre (1888). Desde entonces, se retiró a la casa familiar de Bilbao y se dedicó al estudio de la historia de Euskal Herria y la de la lengua y cultura vascas. Sería durante dicha época (1888-1894) cuando formularía sus primeras tesis ideológicas, que proponían la independencia de Vizcaya y la libertad del resto de territorios vascos a sumarse a ese proyecto. Durante esa etapa, crearía la ikurriña —pensada inicialmente para ser la bandera de la República de Vizcaya— e instituiría el Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca).

El 1894 ya era una personalidad conocida en Vizcaya y su discurso ya tenía cierta predicación; y, en ese momento, dio el paso definitivo. Creó, sucesivamente, los diarios Bizkaitarra y Euskaldun Batzokia (que poco después serían clausurados por orden gubernativa), y el año siguiente (1895) el Euzko Alderdi Jeltzalea (Partido Nacionalista Vasco). El discurso de Arana criticaba duramente a los inmigrantes españoles que aceptaban trabajar a cambio de salarios muy bajos y que estaban provocando el empobrecimiento de las clases humildes nativas, y también les reprochaba que avergonzaran y humillaran a los vascos que no sabían hablar castellano.

La liquidación definitiva del régimen foral (1876) había provocado un descalabro en la economía vasca. Las oligarquías urbanas, de ideología liberal y bien relacionadas con el poder de Madrid, habían sobrevivido a la crisis con prácticas corruptas toleradas por el gobierno central. Mientras que las clases medias habían sufrido el derrumbe y la desaparición de sus negocios. Por este motivo, el discurso de Sabin Arana, muy crítico con esas oligarquías, a las que acusaba de ser una clase desnaturalizada que había renunciado a la reivindicación foral a cambio de su beneficio particular, caló con mucha fuerza entre las damnificadas clases medias que lo habían perdido todo.

Sabin Arana murió prematuramente a los 38 años de edad, tras un largo sufrimiento, debido a una insuficiencia renal crónica que arrastraba desde su niñez.