Tal día como hoy del año 1287, hace 738 años, en Tarragona; moría Bernat d’Olivella, arzobispo de Tarragona y cardenal primado de la Corona catalanoaragonesa. Olivella pasaba a la historia como el primer jerarca eclesiástico catalanoaragonés autorizado a ungir a los reyes catalanoaragoneses. Esta ceremonia tenía su origen en la Alta Edad Media, cuando los pontífices de Roma enviaban Óleo Santo a los reyes, como un obsequio de gran valor y como un reconocimiento a la legitimidad de su cargo y del poder que pasarían a ejercer a partir de aquel momento. Una de estas primeras remesas documentadas es la que el papa Gregorio I envió a la reina Teodolinda de Lombardía cuando esta fue coronada (589).

Un rey solo podía ser creado por el papa de Roma -como vicario de Cristo en la Tierra- o por el emperador del Sacro Imperio Romanogermánico -como sucesor de los emperadores romanos y carolingios-. Pero no era el caso de los reyes catalanoaragoneses. Su título de rey procedía de un hecho insólito que se había producido en 1076, cuando Sancho I, conde de Aragón -dependiente de la corona navarra-, había sido coronado en Pamplona y había elevado -por iniciativa propia- su condado a la categoría de reino. Por este motivo, el título de rey de los soberanos catalanoaragoneses había estado en el limbo de la legitimidad. Y por este motivo, la unción de los reyes catalanoaragoneses adquiría una gran importancia porque pasados dos siglos, el Pontificado, finalmente les reconocía su legitimidad.

Por otro lado, los arzobispos de Tarragona confirmaban su categoría de primados de la Iglesia catalanoaragonesa que ya ejercían desde 1114, cuando el conde Ramón Berenguer III (antes de la unión dinástica de Barcelona y Aragón) restaura la sede archidiocesana tarraconense (creada en 250 e interrumpida en 714) y Tarragona se convierte en capital eclesiástica del condado independiente de Barcelona. Con la unión dinástica (1150) y la expansión hacia Mallorca (1229); Valencia (1232); Sicilia (1282); y Cerdeña (1305); Tarragona sería sede primada de la totalidad de la Corona catalanoaragonesa (1150-1479) y, después, de las Españas (compartida con Toledo, sede primada de la Corona castellano-leonesa) hasta la ocupación franquista de la ciudad (1939).