Tal día como hoy del año 1751, hace 272 años, en Roma (entonces capital de los Estados Pontificios); moría Domènec Terradelles, que había sido uno de los compositores de ópera más prestigiosos de la época. Terradelles había trabajado como maestro de capilla de la iglesia de San Giacomo degli Spagnoli, en Roma (1743-1745); como director de la King's Theater, de Londres (1746-1747); y como directores de los Teatros de la Ópera, de Bruselas (1748); de París (1748-1749); de Turín (1750); y de Venecia (1751). Poco después se establecería en Roma (a partir de 1751); y trabajaría por encargo de las jerarquías eclesiásticas y de las oligarquías nobiliarias de la ciudad.

Domènec Terradelles había nacido en Barcelona el 13 de febrero de 1713, poco antes del inicio del asedio borbónico de la ciudad, en una familia campesina que vivía en el barrio del Raval. Según la investigación historiográfica, fue monaguillo de la Catedral de Barcelona, y allí recibió una primera formación a cargo de Francesc Valls (Barcelona, 1671 – 1747), considerado el máximo exponente de la música barroca en Catalunya. Pocos años después, Terradelles completaría su formación en Nápoles (1732). Durante su corta pero intensa carrera, Terradelles compuso una docena de óperas serias y un par de cómicas. También compuso un importante repertorio de música sacra.

No obstante, la figura de Terradelles adquiriría, también, cierta relevancia por las extrañas circunstancias que rodearon su muerte. Oficialmente, murió a causa de un accidente. Pero desde un buen principio se rumoreó que la muerte de Terradelles fue un crimen. Y pasado medio siglo (1801) un medio de prensa alemán alimentó el misterio al publicar que Terradelles había sido asesinado a navajazos y lanzado al río Tiber por su rival Niccoló Jomenelli. La investigación actual descarta la participación de Jomenelli en la muerte de Terradelles; pero suscribe la hipótesis que el compositor catalán podría haber sido víctima de un atraco violento o de una ejecución criminal.