Tal día como hoy del año 1715, hace 307 años, en Versalles, moría el rey Luis XIV de Francia (Saint Germain, 1638), que había reinado durante 72 años (1643-1715). Luis XIV había sido el tercer Borbón en el trono de París y había sido el promotor de la entronización de Felipe V, el primer Borbón en el trono de Madrid (1700). Durante su reinado, la monarquía francesa relevó a la monarquía hispánica en el liderazgo continental (1659, Pau dels Pirineus); y la dinastía borbónica reunió los dos tronos más poderosos del planeta (París y Madrid).

Su largo reinado también dio para muchas situaciones contradictorias. En 1640, en el contexto de la Guerra de Separación de Catalunya o Guerra de los Segadores (1640-1652/59), las cancillerías de Barcelona y de París firmaron una alianza política y militar. El intercambio epistolar entre Luis XIII y su sucesor Luis XIV y las autoridades catalanas, revela un sentimiento de admiración mutua, que con el transcurso del tiempo y la evolución de aquel conflicto se convirtió en una relación de profunda desconfianza. Luis XIV acabó detestando a los catalanes, que los consideraría poco fiables y de trato difícil.

No obstante, nunca renunció al título de conde de Barcelona que había heredado de su padre Luis XIII (investido por las instituciones catalanas en 1641); y siempre consideró Catalunya como un dominio personal. Después de la firma del Tratado de los Pirineos (1659-1660), declaró el Rosellón "provincia extranjera" y la convirtió en la plataforma de futuras empresas militares de conquista del Principado. Inicialmente (1660) creó un aparato de gobierno que era una réplica de las instituciones del Principado y conservó el catalán como lengua cooficial con el francés.

Pero pasados cuarenta años (1700), y cuando su nieto Felipe de Anjou ya era un firme candidato a heredar la corona hispánica del moribundo Carlos II (el último Habsburg), perdió todo el interés en Catalunya y decretó la prohibición del uso público del catalán en la "provincia del Rosellón". En aquel decreto (2 de abril de 1700) proclamaba que "el uso del catalán repugna y es contrario al honor de la nación francesa". Aquel decreto era, entre muchas cosas, un guiño al poderoso partido proborbónico de la corte de Madrid, y lanzaba el mensaje de que Felipe de Anjou acabaría con el "problema catalán".

Imagen principal: Decreto de interdicción. Fuente: Wikimedia Commons.