Tal día como hoy del año 1417, hace 607 años, en Angers (condado de Anjou, Reino de Francia), moría Luis de Provenza, esposo de Violante de Aragón, única hija superviviente del difunto rey Juan I de Catalunya-Aragón. Poco antes, a la muerte del rey Martín I sin descendencia directa legítima (1410), Violante aparecía como la superviviente más mayor de la casa real Bellónida: era la nieta más mayor de su abuelo Pedro III, la única hija superviviente de su padre Juan I, y la sobrina más mayor de Martín I. Luis, conocedor de que en la cancillería de Barcelona había una ley no escrita que impedía a las mujeres ocupar el trono como reinas titulares, presentaría su candidatura personal, en representación de su esposa, para relevar a su difunto tío político Martín.

Luis de Provenza enseguida se situó en una terna de favoritos. Pero tendría que competir con Fernando de Trastámara (el segundón más rico de la corona castellanoleonesa) que prometía invertir fuertes sumas para restaurar el poder del comercio marítimo catalán y valenciano en el Mediterráneo (afectado por las crisis derivadas de la Peste Negra), y que obtuvo el apoyo de las poderosas clases mercantiles de Barcelona y de València. Y tendría que competir, también, con Jaime de Urgell (el heredero más rico de la corona catalanoaragonesa), que prometía rescatar el país de la crisis con una receta casposa —volver a la revolución feudal del año 1000— y que había conseguido el apoyo de las clases aristocráticas de la corona catalanoaragonesa.

En aquella pugna Luis y Violante solo consiguieron algunos apoyos puntuales entre el partido cortesano formado por los amigos de los difuntos Juan I y Violante de Bar. Estos apoyos los perderían en el transcurso de las negociaciones, a medida que el voto antiurgellista se concentraba en la figura de Fernando de Trastámara, capaz de generar más consensos. En el decisivo Compromiso de Caspe (1412), la candidatura de Luis no obtuvo ningún voto. Retirado de este proyecto, moriría relativamente joven (39 años). Pero su viuda Violante emergería como una de las figuras políticas más destacadas de su época: fabricaría las figuras de Juana de Arco y de Carlos el Victorioso, que cambiarían el signo de la Guerra de los Cien Años (1337-1453) a favor de Francia.