Tal día como hoy del año 1424, hace 599 años, en la Vall d’Uixó (País Valencià), moría el militar y escritor Jordi de Sant Jordi, que se hizo célebre por su producción lírica. Sant Jordi cultivó una poesía trovadoresca, inspirado en las grandes figuras del siglo XII (los trovadores provenzales Pèire Vidal, Folquet de Marsella y Arnaut Daniel, y con influencias de Petrarca, que entonces empezaba a difundirse entre los poetas catalanes). De sus obras solo se han conservado dieciocho poemas, pero es especialmente destacable “Los Estramps”, “Los midons”, “Los enuigs”, “Lo canviador” y “Desert d’amics”, compuesto cuando cayó prisionero de los condottieros italianos que combatían a favor de la casa de Anjou durante la campaña catalana de conquista de Nápoles.

Jordi de Sant Jordi es un insólito caso de éxito social de un personaje de extracción marginal durante la edad media. Nacido entre 1395 y 1400 en una familia morisca radicada en algún lugar del País Valencià, llegó a ser camarero del rey Alfonso el Magnánimo y luchó al lado del monarca en las campañas catalanas de Córcega, Cerdeña y Nápoles. Todo apunta a que su familia pertenecía a la élite morisca valenciana; formada, principalmente, por mayorales de grandes propiedades y por criadores y vendedores de caballos. Estas élites eran bilingües (hablaban el dialecto árabe de la comunidad morisca y el catalán de la sociedad cristiana vieja) y tenían una muy buena relación con los grandes propietarios agrarios del país (la nobleza rural).

Su apellido, que contiene la palabra "sant", es un clarísimo indicador de una conversión religiosa (del islam al cristianismo), que se tradujo en una nueva identidad, y que explica la raíz de su progresión social. Murió, prematuramente, en una edad entre los 24 y 29 años, por causas desconocidas (probablemente una enfermedad, porque ordenó testamento dos días antes) y como castellano del castillo de la Vall d’Uixó.