Tal día como hoy del año 1809, hace 215 años, en Santpedor (Bages), moría Isidre Llussà i Casanovas, el joven que había inspirado el falso mito del "Tamborilero del Bruc" y la engañosa versión de la huida de las tropas del régimen napoleónico en Catalunya con el eco producido por las montañas de Montserrat por el repique de un timbal. Ese falso mito y esa engañosa versión se forjaron a partir de la publicación de un artículo en el rotativo ultracatólico, absolutista y antibonapartista "Diario de Manresa", que en su edición del 26/09/1808 (tres meses y medio después de los pretendidos hechos) publicaba, en riguroso castellano, que “un joven patriota” había derrotado “al invasor francés, solo con sus propias fuerzas, sin caballería, artillería ni jefe militar que lo dirigiera”.

A partir de la década de 1830, esta versión fue ampliamente difundida por ese primigenio nacionalismo español, paradójicamente de factura liberal, que pretendía diluir la personalidad catalana fabricando un mito de la españolidad con barretina y espardenyes. Durante más de un siglo, hasta la década de 1970, los libros de texto del sistema de enseñanza español, dieron por cierta la engañosa versión creada en 1808. Pero la investigación histórica ha desmentido esa versión y ha desbaratado ese falso mito. En el momento en el que se produjo la primera batalla del Bruc (1808), Llussà (nacido en 1791) ya no era un niño, sino que —en ese contexto social y cronológico— era un joven en edad de casarse.

La misma investigación ha puesto de relieve las muchas contradicciones que rodean a esa figura. Por un lado, los conceptos "patria" y "patriota" que se utilizan para describir la figura y la misión del Tamborilero son de clarísima factura revolucionaria (francesa y americana), y no arraigan en territorio peninsular hasta que los liberales españoles (de inspiración jacobina francesa) se consolidan en el poder (1833), un cuarto de siglo después de esa batalla. Y, por otro lado, sabemos que el ejército napoleónico estaba en Catalunya en virtud de un tratado entre las cancillerías de París y Madrid, y las tropas del Tamborilero estaban formadas por desertores españoles, mercenarios suizos y somatenes catalanes reclutados por el bajo clero antibonapartista.