Tal día como hoy del año 1271, hace 752 años, en Cosenza (reino de Sicilia), moría Isabel de Aragón y de Hungría, sexta hija del conde-rey Jaime I y de su segunda esposa, Violante de Hungría. Isabel era la esposa del rey Felipe III de Francia, que murió catorce años más tarde (1285), en Perpinyà, combatiendo a los catalanes que habían derrotado a su aliado Anjou en Sicilia. Según la versión oficial, Isabel (Barcelona, 1245) murió a causa de una caída del caballo que habría sufrido el día 11 de enero del mismo año. En el momento en que se produjo aquel hecho estaba embarazada de su quinto hijo. A causa de aquel accidente, Isabel tuvo un parto prematuro de un niño que nació muerto.

Cuando la muerte alcanzó a Isabel, la hueste real de Francia, con sus soberanos al frente, volvía de la Octava Cruzada (1270-1271) que se había organizado contra la monarquía háfsida de Túnez, por su apoyo a la agresión del régimen mameluco egipcio contra el estado cristiano de Jerusalén. Aquella cruzada fue especialmente dramática para la familia real francesa. Durante el asedio de la ciudad de Túnez, murió el rey Luis IX de Francia, padre de Felipe III y suegro de Isabel. Felipe fue nombrado rey en aquel campo de batalla, en la confianza de que poco después se le podría coronar ceremoniosamente en París. Por este motivo, Isabel, que estaba en París, fue a reencontrarse con su marido.

Según las fuentes documentales, Isabel se habría caído del caballo en el transcurso de una cacería que se organizó mientras la hueste real cogía fuerzas para emprender el viaje de retorno. También las mismas fuentes revelan que la muerte de Isabel, que se sumaba a la de Luis IX, sumió a Felipe en una situación de zozobra. El funeral de la hija de Jaime I fue oficiado en la catedral de Cosenza, siguiendo el rito del Mos Teutonicus: extirpación de los órganos del cuerpo (excepto el corazón) para evitar la descomposición del cadáver durante el traslado de Sicilia a París. El segundo hijo de Isabel —y nieto de Jaime I— se convertiría en Felipe IV de Francia, y sería el que iniciaría la persecución y exterminio de los templarios.