Tal día como hoy del año 1556, hace 466 años, en Roma (entonces capital de los Estados Pontificios); moría Ignacio López de Loyola y Sáenz de Licona; más conocido como Ignacio de Loyola; que había sido el fundador de la Compañía de Jesús, actualmente la mayor orden religiosa de la Iglesia Católica. Ignacio de Loyola había nacido en 1491 en Azpeitia (Guipúzcoa, entonces Corona castellano-leonesa); en una familia de la nobleza local. En el mundo vasco, a aquel corpus social formado por grandes propietarios rurales se les llamaba "Ahaide Nagusiak" (Parientes Mayores); y, desde los procesos de transformación sociales y económicos que se habían producido por toda Europa a caballo entre el año 1000; se habían convertido en un grupo dominante que proyectaba una violencia extrema sobre la población.

Los hijos macho de estas familias eran destinados a la actividad militar. Este fue el caso de Ignacio, que hizo carrera como oficial del ejército hispánico de Fernando al Católico. Pero fue herido gravemente durante la Tercera Guerra de conquista hispánica de Navarra (1521); y abandonó el ejército para consagrar su vida a la religión. Poco después, camino de Roma y de Jerusalén, se detuvo en el monasterio de Montserrat y en Manresa (1522-1523); y allí —en un lugar actualmente conocido como la Cueva Santa— documentó su pensamiento e inició su divulgación. Este pensamiento, llamado "Ejercicios Espirituales" lo resumió en la cita "cambiar el ideal del peregrino solitario por el de trabajar para el bien de las almas, con compañeros que te quieran seguir".

Durante su segunda estancia en Catalunya (1523-1524) completó su formación académica. Estimulado por su amiga Isabel Roser (que más tarde intentaría la creación de una rama femenina de los jesuitas); adquirió el dominio del latín clásico; que, posteriormente, le resultaría fundamental para la divulgación de su ideario. En 1526 ingresó en la universidad de Alcalá y 1528 en la de París. Durante más de una década, Ignacio viajó, de forma constante, por toda la Europa occidental, divulgando el mensaje de su ideario. Y en 1538 vio cumplido su objetivo cuando el pontífice Pablo III aprobó la fundación de la Compañía de Jesús. El día de Navidad de aquel año, Ignacio oficiaría su primera misa; y se radicó, definitivamente, en Roma como Superior General.