Tal día como hoy del año 1623, hace 399 años, en Roma; moría Alessandro Ludovisi (Bolonia, Estados Pontificios, 1554); que había sido el 234.º pontífice de la Iglesia católica (1605 y 1623). Durante su pontificado fue primer Papa que intentó acabar —cuando menos, parcialmente— con la lacra generalizada de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia. En agosto de 1622 promulgó la bula Universi Dominici Gregis, que imponía severas sanciones a los religiosos que obtuvieran favores sexuales de sus feligreses y feligresas, a cambio de la absolución de los pecados. Según la misma bula, aquella lacra estaba tan generalizada por todos los países de confesión católica que se había convertido en un problema de primer orden.

Según los diarios particulares de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII (como los del presbítero Pere Joan Porcar, de Valencia capital); la Inquisición —a través de la orden de los dominicos, considerada el tentáculo más radical del contrarreformismo— había trasladado la administración del sacramento de la confesión a las calles y plazas de la ciudad. En el diario de Porcar se relata que los dominicos asaltaban a los peatones y los comerciantes y los empujaban a los rincones para forzarlos a la confesión. Porcar no habla de abusos sexuales, pero sí menciona —escandalizado— que los confesados eran víctimas de la violencia de sus confesores en plena vía pública. También relata que los dominicos obligaban a sus víctimas a confesarse en castellano.

Un año después, en agosto de 1623, Gregorio XV promulgó la bula Omnipotentis Dei, que es considerada como la última ordenanza papal sobre la brujería; que a diferencia de Universi no tenía una voluntad de acabar con un grave problema: la persecución indiscriminada contra las mujeres que no encajaban en la ideología del régimen. En Catalunya, desde la publicación de las Ordenanzas del Valle de Àneu (1424) —considerada la primera ley europea contra la brujería—, hasta la promulgación del Omnipotentis (1623); las autoridades eclesiásticas y civiles habían asesinado un mínimo de 1.000 mujeres. Aunque la bula Omnipotentis pretendía intensificar las cazas de brujas, en Catalunya aquel fenómeno estaba en su fase final y no se reactivaría.