Tal día como hoy del año 1851, hace 172 años, en París, moría Manuel de Godoy y Álvarez de Faria Ríos Zarosa, que entre 1792 y 1798 y entre 1801 y 1808 había sido ministro plenipotenciario del gobierno de España. Godoy pasaría a la historia por dos hechos: fue el último y el más poderoso valido de la etapa histórica del Antiguo Régimen hispánico (1518-1833) y fue quien —en nombre de la monarquía española— negoció el Tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), que permitiría la entrada, tránsito y acuartelamiento del ejército francés en territorio español, y que —tras varios incidentes— culminaría con la venta de la Corona española por parte de Carlos IV y Fernando VII a Napoleón Bonaparte, emperador de Francia (Bayona, mayo de 1808).

La historia de Godoy es muy ilustrativa de los grandes cambios que se estaban produciendo en la Europa de la época. En su caso, revela cómo un simple oficial del ejército, que no pertenecía al privilegiado grupo de la corte, ascendió vertiginosamente hasta la cima del poder; y guarda ciertos paralelismos con la carrera de personajes como Murat (en Francia) o Pitt (en Gran Bretaña). La tradición oral explicó el rápido ascenso de Godoy por su condición de amante de la reina. Pero la investigación moderna apunta que, antes de que Carlos IV y María Luisa llegaran al trono, lo eligieron porque necesitaban a alguien que estuviera en deuda eterna con ellos. Los príncipes y Godoy recorrieron juntos el camino hasta el trono, y el ministro se convirtió en el personaje más poderoso de España.

Durante su gobierno, la relación de Godoy con Catalunya fue conflictiva. Tras una estancia en Barcelona (acompañando a los reyes Carlos IV y María Luisa) para visitar las fábricas de la ciudad, dictó una ley que prohibía la representación de obras de teatro y todo tipo de espectáculos públicos en catalán. Según una encuesta de usos lingüísticos encargada por el emperador Napoleón a principios del siglo XIX, la lengua catalana “se enseña en las escolas, se imprimeix y se parla, no sols ente lo baix poble, si que també entre las personas de primera calitat, així en tertulias, com en visitas y congressos (…) a excepcio dels tribunals reals (…) al Principat de Catalunya, al regne de València i en las islas de Mallorca, Menorca, Ibissa, Sardeña y part de Sicilia”.