Tal día como hoy del año 450, hace 1.573 años, en Roma, moría Gala Placidia, que, en el transcurso de su vida, había sido reina de la monarquía visigótica, con capital en Barcelona, y emperatriz del Imperio romano de occidente. Gala Placidia había nacido en la capital del Imperio hacia el 390, y era hija del emperador romano Teodosio I y de su segunda esposa Gala. En algún momento, entre los años 409 y 410, fue secuestrada por los visigodos, que, durante aquellos años, se habían establecido en la península italiana y presionaban constantemente Roma. Durante su cautiverio acabaría casada con el rey Ataúlfo (algunas fuentes afirman que el matrimonio se celebró en Forlì, en la provincia Flamínia, el año 411, y otros en Narbona, en la provincia Narbonense, el 414).

Sea como fuere, el año 414, el pueblo visigótico se había establecido en la Narbonense (futuro Languedoc) y en la Tarraconense (futura Catalunya y Aragón), de forma pactada con las oligarquías de aquellas provincias. En un primer momento, establecieron la corte a Tolosa, pero cuando confirmaron su dominio sobre el territorio entre los Pirineos y el Ebro, buscaron un emplazamiento y valoraron la posibilidad de Emporiae (Empúries), de Barcino (Barcelona), o de Tarraco (Tarragona). A pesar de que, esta última era la gran ciudad del territorio y la plaza de concentración de las grandes familias oligarquías provinciales, Ataúlfo y Gala Placidia se acabaron decidiendo por Barcino, donde el año 415 establecieron la capitalidad de la monarquía visigótica.

Las razones que motivaron esta decisión fueron diversas. La primera y más importante, el sistema defensivo de la ciudad. Las murallas de Barcelona eran las mejores de la mitad occidental del Imperio romano. Habían sido construidas durante el siglo anterior por iniciativa municipal y eran de los pocos sistemas defensivos del Imperio que no habían sido financiados por el estado romano. Y la segunda, y también muy importante, sería la composición sociológica de Barcino, formada, básicamente, por fabricantes, comerciantes y exportadores (de garo y de vino) y por las clases jornaleras, más predispuestos a los cambios que las rígidas y elitistas clases oligárquicas de Tarraco. Con Ataúlfo y Gala, Barcelona obtuvo la condición de capital por primera vez en su historia.