Tal día como hoy del año 1582, hace 440 años, en Tomar (Corona portuguesa); moría Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba y conocido como "el carnicero de Flandes"; por la extrema brutalidad con la cual reprimió los movimientos de contestación locales a la política integrista católica de la monarquía hispánica. Entre 1567 y 1573 fue gobernador hispánico en los Países Bajos, en un momento en que el luteranismo ya se había consolidado plenamente entre la sociedad de las provincias del norte (los futuros Países Bajos neerlandeses); y la sociedad de este territorio había iniciado el camino de la lucha por su independencia.

El integrista Felipe II había intentado implantar la Inquisición hispánica en los Países Bajos; y para alcanzar aquel objetivo había nombrado al cardenal Granvela presidente del Consejo de Estado de los Países Bajos (1556). Pero la extrema violencia que utilizó tuvo un efecto contraproducente, y, finalmente, fue cesado (1564). Margarita de Parma, hermanastra de Felipe II y antecesora de Alba, pagó el precio político de los terroríficos excesos de Granvela y fue relevada en 1567. En aquel momento, Alba, consciente de que no podría imponer la Inquisición, instauró un sucedáneo represivo llamado oficialmente Tribunal de Tumultos, y extraoficialmente Tribunal de la Sangre.

Durante los años de gobierno de Alba (1567-1573); el Tribunal de Tumultos detuvo y juzgó a más de 10.000 personas; y dictó más de 1.000 penas capitales y más de 8.000 órdenes de incautación de bienes y destierro. Pero allí donde Alba dio la auténtica medida de su inhumanidad seria en el asalto y saqueo de la ciudad de Amberes (4 de noviembre de 1576). Los tercios castellanos en Flandes, a las órdenes de Alba, entraron en la ciudad al grito de "España... a sangre, a carne, a fuego, a saco"; y asesinaron a más 10.000 civiles (el 10% de la población de la ciudad) que murieron apuñalados, tiroteados, empalados, mutilados, decapitados o carbonizados.

Alba no pagó nunca por sus crímenes, y murió plácidamente en su cama en la que para la época era la avanzada edad de setenta y cuatro años.