Tal día como hoy del año 1852, hace 171 años, en Madrid, moría el militar Francisco Javier Castaños Aragorri, que había sido el primer capitán general efectivo que Fernando VII había impuesto en su retorno de Francia (1814). Hay que recordar que Fernando VII se había vendido la corona española al emperador Napoleón (Bayona, 1808), a cambio del trono de Etruria (un reino satélite de Versalles creado por los franceses sobre las fronteras del antiguo ducado de Toscana); una pensión anual y vitalicia de cuatro millones de francos franceses; y el compromiso de encontrarle una esposa entre la realeza europea. También hay que recordar que Napoleón solo cumplió con la segunda cláusula (la pensión anual).

En 1814, con Napoleón derrotado y derrocado, las potencias ganadoras obligaron a Fernando VII a renunciar al trono de Florencia y a regresar al reino español. El 22 de marzo de 1814 atravesaba la frontera hispanofrancesa por Figueres; y con el apoyo de las clases más reaccionarias de la España de la época, derogó la Constitución promulgada en Cádiz (1812) y ordenó la persecución de todos los elementos contrarios al absolutismo real. En este punto es cuando entró en juego Castaños, que durante el régimen bonapartista de José I, había dirigido, ocasionalmente, el ejército rebelde. Había ganado la batalla de Bailén (1808), pero había perdido las de Tudela (1808) y de Somosierra (1809).

Castaños fue nombrado capitán general de Catalunya con la misión de perseguir y erradicó el importante foco revolucionario que había surgido a finales del siglo anterior (con la Revolución Francesa) y que se había multiplicado durante la etapa de que Catalunya había sido incorporada al Primer Imperio francés (1808-1814). Durante los cinco años que ostentó este cargo (1815-1820), desplegó una brutal represión contra todas las personas contrarias al régimen absolutista de Fernando VII (liberales, afrancesados, masones, republicanos y ateos), que impulsaría a muchas personas al exilio y obligaría a los cenáculos intelectuales del país a refugiarse en la clandestinidad.

El 14 de marzo de 1820, cuando estalla el movimiento revolucionario de Barcelona, Castaños tiene que escapar a noche cerrada para salvar la vida. Huye custodiado por un pelotón militar. Y a la muerte de Fernando VII (1833), los nuevos gobiernos liberales de la época de la regente María Cristina (viuda del difunto rey); lo marginan política y socialmente hasta desaparecer de la escena pública. Según sus biógrafos vivió hasta los 94 años (había nacido en 1758); pero aunque había acumulado un extenso patrimonio, la mala administración lo condujo a la miseria. El "policía" del "rey felón" en Catalunya, murió en la más absoluta indigencia.