Tal día como hoy del año 1813, hace 210 años, en Cádiz, moría Antoni de Capmany de Montpalau i de Suris, que había sido la figura más destacada de la enclenque Ilustración catalana. Capmany (1742) era hijo de una familia de juristas, originaria de Girona y de ideología borbónica, que se había establecido en Barcelona después de la derrota de 1714. Los Capmany formaban parte de aquella pintoresca minoría catalana proborbónica que, después del conflicto sucesorio, hicieron carrera en la administración española y fueron recompensados con algunos cargos públicos menores. El padre de Antoni, Jeroni de Capmany, fue teniente coronel del ejército español y fue concejal —por nombramiento real— del Ayuntamiento de Barcelona.

Con el paso del tiempo, esta minoría colaboracionista, desencantada con el régimen borbónico, desarrollaría cierta idea de recuperación del régimen foral anterior a 1714, que no tendría ningún éxito. Antoni formaría parte de este grupo, y recibiría, en su propia persona, la repulsión que, en aquella España borbónica, generaba la idea de una Catalunya restaurada. En 1810 escapó a Cádiz, huyendo del régimen bonapartista que había incorporado Catalunya a Francia (1808-1814). En Cádiz intentó que la Constitución de 1812 reconociera mínimamente la personalidad catalana, pero solo obtuvo risotadas y burlas por su ideario y por su fuerte acento catalán, que eran especialmente ostensibles cuando intervenía desde la presidencia de la cámara o desde el atril.

En las sesiones constituyentes de la Constitución española de 1812 proclamó que: “hasta el año 1714, en que las armas de Felipe V, más poderosas que las leyes, hicieron callar todas las instituciones libres en Cataluña, y Barcelona recibió un ayuntamiento bajo la plana aristocrática de las demás ciudades de Castilla”, que defendía cierta arquitectura foral de España. Por este motivo se declaraba radicalmente antibonapartista, argumentando que Napoleón había culminado el derribo —iniciado en tiempo de los Borbones— del edificio político foral francés. Su ideario quedaría plasmado en su extensa obra, formada por estudios filosóficos, económicos e históricos, el más importante de los cuales sería "Memorias históricas sobre la marina, comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona".