Tal día como hoy del año 1441, hace 583 años, en Segovia (Corona castellanoleonesa), moría la reina Blanca I de Navarra, que había sido la segunda esposa de Martín el Joven (1402-1409), hijo único del rey Martín I y heredero al trono de Barcelona. Martín el Joven (1376-1409) había muerto prematuramente durante la campaña de conquista y pacificación de Cerdeña, y la estirpe Bellónida —que había gobernado ininterrumpidamente Catalunya desde el conde carolingio Wifredo el Velloso (878)— se extinguiría con la muerte de Martín I. Su sucesor, por falta de hijos y de nietos legítimos de Martín I, sería Fernando de Trastámara, sobrino materno del difunto rey y el candidato preferido de las clases mercantiles de Barcelona y València, que alcanzaría el trono después del Compromiso de Caspe (1412).

Blanca de Navarra tuvo un hijo con Martín el Joven (1403), que se llamó como el padre y como el abuelo. El pequeño Martín murió prematuramente, con tan solo seis años (1409), pero si hubiera alcanzado la edad adulta, se habría convertido en rey de las coronas catalanoaragonesa y navarra, con un dominio que habría abarcado desde el Cantábrico hasta Sicilia, y la unión dinástica de las coronas catalanoaragonesa y castellanoleonesa (que se empieza a forjar con la entronización de los Trastámara en Barcelona) nunca se habría producido. Después de la muerte, casi consecutiva, de Martín el Joven y del pequeño Martín, Blanca —que había vivido en Sicilia como lugarteniente de su esposo— se retiró a Navarra y se dedicó a la gobernación de su reino.

Pocos años después, presionada por la difícil situación de Navarra, encajonada entre tres gigantes que la querían fagocitar —las coronas catalanoaragonesa, castellanoleonesa y francesa—, aceptó casarse con Juan de Trastámara, segundo hijo de Fernando I (el primer Trastámara en el trono de Barcelona). Esa unión matrimonial no tenía el mismo calado que la que había celebrado con Martín el Joven, ya que Juan no estaba llamado a heredar el trono de su padre. Pero sí que revelaba que Navarra había caído, definitivamente, hacia el lado catalanoaragonés. No obstante, Navarra conservaba su independencia, y los poderes navarros maniobraban constantemente para mantenerse en una situación de difícil equilibrio.

Blanca murió en 1441 y Juan maniobró para que las cortes navarras lo elevaran de la categoría de rey-consorte a la de rey-titular, pasando por delante del hijo que habían tenido en común, Carlos de Viana, y en ese momento estalló la guerra civil navarra (entre agramonteses —partidarios de Juan— y beaumonteses —partidarios de los hijos de Juan y de Blanca). Juan se convertiría inesperadamente en rey de la Corona catalanoaragonesa después de la muerte sin descendencia de su hermano mayor Alfonso (1458), pero no lograría incorporar Navarra al edificio político catalanoaragonés. Las cortes navarras coronaron a Leonor (1479) —nieta de Juan y Blanca— y Navarra conservaría su independencia hasta la invasión castellanoleonesa de 1512.