Tal día como hoy del año 1821, hace 202 años, en Barcelona, moría Antoni Brusi i Miravent, que había sido el propietario y editor del Diari de Barcelona entre 1814 y 1821. Este rotativo, fundado en 1792 por Pere Pau Husson de Lapazaran, había sido confiscado por la monarquía española inmediatamente después del retorno de Fernando VII (1814). Durante la etapa napoleónica de Catalunya (1808-1814, el Principado había sido incorporado a Francia como una región más), el Diari de Barcelona había abandonado el castellano inicial y había pasado a publicar —a dos columnas— en catalán y francés. Este hecho había influido en la confiscación del rotativo, y —cuándo se produjo el hecho— el régimen de Fernando VII lo justificó afirmando que el diario había estado en manos de afrancesados.

Por otra parte, durante la etapa napoleónica, Antoni Brusi, a pesar de su extracción socioeconómica burguesa y urbana, se había posicionado en contra del régimen bonapartista, y había editado un rotativo clandestino, en castellano, llamado "Gaceta Militar y Política del Principado" desde donde hacía apología de la rebelión y la violencia. Mucho antes de la derrota de Napoleón en los campos de batalla europeos y del retorno de Fernando VII al trono español, la clandestina Junta Suprema de Gobierno del Reino le había adjudicado la propiedad y la edición del Diari de Barcelona (1808). La confirmación de esa medida (1814) se produciría en un contexto de venganzas promovidas por los elementos antibonapartistas contra los "afrancesados".

No obstante, Brusi impulsó la modernización y culminó la popularización del Diari de Barcelona, que pasaría a ser conocido con el nombre de su editor. En 1819, con la ayuda del inventor catalán Francesc Salvà, estableció el primer obrador de fundición de tipo imprenta de la península Ibérica. Y en 1820, obtuvo la concesión de Aloys Senefeider, inventor de la litografía, para introducir en la península Ibérica esta innovación. Brusi fue una de las más de seis mil víctimas mortales de la epidemia de fiebre amarilla que masacró Barcelona (1821). Su viuda, Eulàlia Ferrer, continuaría el negocio hasta su muerte (1841), y sería relevada por el hijo de ambos, Antoni Brusi i Ferrer, considerado el pionero del periodismo serio, razonado y con criterio en Catalunya.