Tal día como hoy del año 1351, hace 674 años, en Meknès (reino marínida de Marruecos), moría el rey Abū l-Ḥasan ben Uthman, que había sido el último monarca musulmán que tuvo el control de la navegación por el estrecho de Gibraltar. Entre 1331 y 1339 ostentó el dominio sobre las dos orillas del Estrecho (el campo de Gibraltar, en el norte, y la región de Ceuta, al sur). Esta estratégica posición estaba en manos de los poderes árabes del territorio desde hacía seis siglos (desde el 711-712, cuando los ejércitos de Tarik ibn Ziyad y Mussa ibn Nussair atravesaron el estrecho de Gibraltar e iniciaron la conquista de la península Ibérica).

Al alcanzar el trono (1331) presionó a Mohamed IV, de la monarquía nazarí, para no renovar la alianza que los granadinos tenían con la cancillería de Barcelona. A partir de aquel momento, las cocas y las fustas catalanas que, desde 1321, transitaban por el mar de Alborán y por el estrecho de Gibraltar, amparadas en el tratado catalano-nazarí, ya no lo pudieron hacer más. El estrecho de Gibraltar se convirtió en un paso muy peligroso para las naves catalanas y, en general, para las de todas las potencias cristianas del Mediterráneo, excepto para los genoveses, que tenían un pacto con Abu l-Hassan que les permitía navegar hacia las costas atlánticas africanas con la única competencia de los portugueses.

Cuando la cancillería de Pedro III tuvo constancia que el reino merínida marroquí se debatía en una cruenta guerra civil (los partidarios de Abu l-Hassan contra los de su hijo Abu Inan Faris) envió un grupo naval con el objetivo de destruir la marina marroquí del sector del Estrecho. El 6 de septiembre de 1339, delante de Ceuta, un grupo formado por quince naves catalanas (galeras y cocas armadas) derrotó la marina marroquí y rompió el monopolio musulmán sobre el Estrecho que había durado seis siglos. Aquella derrota, sumada a la derrota terrestre en El Salado el año siguiente (1340), contra castellanoleoneses y portugueses, significaría el fin político del rey Abu l-Hassan.