Tal día como hoy del año 1567, hace 456 años, en Bruselas (condado independiente de Flandes, edificio político hispánico), el gobernador Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, implantaba el Tribunal de Tumultos, la versión del Tribunal del Santo Oficio para los dominios de la monarquía hispánica en los Países Bajos. Durante los nueve años que van desde la implantación de este tribunal hasta la masacre hispánica de Amberes, dicho tribunal procesó a 8.957 personas acusadas de promover la revuelta contra la monarquía hispánica y contra la unidad católica. 1.083 personas serían ejecutadas públicamente y una masa de población no cuantificada —pero relativamente importante, según las fuentes— se vería obligada a emprender el camino del exilio.

Aquella represión iba dirigida contra la sociedad de las provincias de la mitad norte del territorio (actuales Países Bajos neerlandeses), que habían abrazado la confesión luterana y se habían rebelado contra la dominación militar y el espolio económico a que las sometía la monarquía hispánica. No obstante, el campo de acción del Tribunal de Tumultos sería básicamente el condado de Flandes. Aquella zona, aunque se mantenía en la confesión católica y en la obediencia hispánica, sería víctima de un estado de terror, resumido en la divisa de Alba: Haericiti frexentur templa, boni nihil fecerunt contra, ergo debent omnes patibulari” ("Los templos fueron quemados por los herejes, y los buenos, los católicos, no hicieron nada por evitarlo, por lo que todos deben ir al patíbulo").

Esos hechos culminarían el 4 de noviembre de 1576. Los Tercios de los capitanes hispánicos Valdés, Romero y Vargas acudieron a la petición de refuerzos que reclamaba la guarnición hispánica de Amberes. Las fuentes historiográficas relatan que, a pesar de la hora avanzada, forzaron la marcha a la arenga de Cenaremos en Amberes o desayunaremos en el infierno, que anticipaba la tragedia. Al grito de “¡Santiago!”, “¡España!”, “¡A sangre, a carne, a fuego, a saco!, se entregaron a una matanza indiscriminada, una brutal carnicería, que convertiría Amberes en una tragedia de grandes dimensiones y que se saldaría con centenares de niñas y mujeres violadas y asesinadas, y más 20.000 civiles brutalmente asesinados.