Tal día como hoy del año 1977, hace 46 años, el rey Juan Carlos I de España firmaba el Real decreto-ley 41/1977 que restauraba la Generalitat de la época republicana (1931-1939), que, en el estado español, había sido derogada por el régimen dictatorial franquista durante la Guerra Civil (1938) y que, en el exterior, había sobrevivido en el exilio de París (1939-1940), de Londres (1940-1945), de Saint-Raphaël de Provenza (1945-1954) y de Saint-Martin-le-Beau (1954-1977). La Generalitat de Catalunya fue la única institución de tradición republicana que resistió el largo túnel de la dictadura (1939-1975) y que consiguió que el régimen monárquico español aceptara su restauración. Este hecho se anticipó a la promulgación de la Constitución (1978)

El gran artífice de aquel éxito fue el president Josep Tarradellas, que había conducido la institución durante la última etapa del exilio (1954-1977). Durante buena parte de esta etapa, la institución había quedado sin financiación. Los líderes del exilio iban muriendo por el inexorable paso del tiempo y los contactos que habían tejido y mantenido con empresarios y mecenas de la Catalunya ocupada estaban desapareciendo. Sería Tarradellas, con sus propios recursos económicos, quien sostendría la institución. Además, durante la década de 1960, con la aparición de nuevos líderes en la oposición clandestina del interior, se produjo un progresivo distanciamiento que, al fin del régimen franquista (1975), hacía pensar que el exilio y la resistencia estaban totalmente divorciados.

La restauración de la Generalitat fue posible porque los políticos catalanes (los del exilio y los formatos en la lucha clandestina en el interior) dejaron de lado sus diferencias y se pusieron de acuerdo. El president Tarradellas, moral y políticamente legitimado por toda la clase política catalana, supo hacer entender al poder español que la transición hacia un régimen democrático —como había pasado en 1931 con el tránsito hacia la República— no sería posible sin Catalunya. El rey y los presidentes españoles aceptaron la restauración de la Generalitat porque eran conscientes de la fuerza de Catalunya y necesitaban el pleno apoyo de sus élites políticas y económicas para una operación de aquella envergadura.

Aquel hecho representaba, también, la recuperación del autogobierno; que, como había pasado con la restauración de 1931 (coincidiendo con la proclamación de la II República), convertía Catalunya en el único territorio autónomo del estado español. También, en aquel caso, el autogobierno había sido restaurado antes que la proclamación de la República. En ambos casos había sido de forma provisional, hasta la convocatoria de elecciones. La Generalitat de Tarradellas tuvo un carácter provisional hasta las elecciones en el Parlament del 20 de marzo de 1980. Durante aquellos tres años (1977-1980), el president Tarradellas trabajó por la consolidación de la institución y del régimen de autogobierno e implicó todas las fuerzas políticas catalanas.