Tal día como hoy del año 1943, hace 81 años, en Shúbino (Crimea, entonces Unión Soviética y actualmente Ucrania), morían Miquel Boixó, en ese momento sargento mayor del ejército soviético y del grupo de paracaidistas catalanes que comandaba. Boixó, que combatía con el nombre de Guiorgui Bobrov, y sus paracaidistas fueron lanzados tras las líneas alemanas situadas en el istmo de la península de Crimea, con el objetivo de sabotear las defensas de los ocupantes y provocar su caída. Fueron masacrados por la Wehrmacht, que había advertido el lanzamiento de los paracaidistas catalanes. No hubo ningún superviviente de esa operación.

Miquel Boixó i Geli había nacido en 1910 en Banyoles (Pla de l'Estany), y en el momento en el que se produjo su muerte era un experto combatiente. Había luchado en la guerra civil española (1936-1939) con el Ejército de la República en el frente de Aragón (1936-1937) y en la batalla del Ebro (1938). Tras la derrota republicana, se había exiliado en la Unión Soviética y se había alistado al Ejército Rojo. Alcanzó el grado de sargento mayor y, después de su muerte, fue declarado póstumamente Héroe de la Unión Soviética. Su nombre sería inscrito en un monolito en Moscú, junto con el de otros héroes extranjeros, y en Shúbino, donde le llegó la muerte.

Boixó forma parte de una larga lista de héroes de guerra catalanes que tuvieron responsabilidades importantes en la lucha contra la barbarie nazi, y que nunca han sido reconocidos. Un caso similar sería el de los hermanos Miret. Conrad Miret lideró la resistencia partisana en la zona norte de Francia, ocupada por los nazis (1940-1942) hasta que fue detenido, torturado y asesinado por la Gestapo en la cárcel de la Santé (París, 1942). Su hermano, Josep Miret, que había sido conseller de Proveïments de la Generalitat durante la Guerra Civil (1937), trabajó para la misma resistencia (1940-1943) hasta que fue detenido, encarcelado y asesinado en el campo de exterminación nazi de Mauthausen (1943).