Tal día como hoy del año 1895, hace 128 años, en Barcelona; nacía Conxita Supervía i Pascual, que con el transcurso del tiempo se convertiría en la principal cantante de ópera catalana del momento y en una de las más destacadas figuras del panorama operístico mundial. Conxita Supervía nació en una familia acomodada, formada por Antoni Supervía Rivera —natural de Calatayud (Aragón)— y Carme Pascual Canti —de Barcelona—. La buena posición económica de su familia le permitió estudiar en el Conservatorio Superior de Música del Liceo, con el maestro Josep Goula i Soley, y explotar todo su potencial de voz y todas sus habilidades interpretativas.

En 1912, con solo diecisiete años, se presentó en el Liceo, de Barcelona, con las óperas Carmen y Sansón y Dalila. Su debut en el Liceo barcelonés fue el punto de partida de una carrera exitosa que la acabaría llevando a los principales escenarios del mundo: Roma, Milán, Londres, París, Nueva York, Buenos Aires (en el Teatro Colón, donde había debutado en 1910, con solo quince años, interpretando Los Amantes de Teruel). Cuando alcanzó la fama se instaló en Nápoles, limitó sus actuaciones, se casó con el alcalde de la ciudad y tuvo un hijo. Pero la relación se rompió, y volvió a actuar en los principales escenarios operísticos del mundo.

En 1931, con treinta y seis años y una extraordinaria fama como mezzosoprano, inició una relación sentimental con Benjamin Rubinstein, un rico hombre de negocios inglés de confesión judía; que le abrió las puertas de la alta sociedad londinense. Conxita fue apreciada por sus dotes musicales (tenía un talento excepcional y una gran musicalidad) y por sus cualidades personales (temperamento, sentido del humor y elegancia). En 1935 la pareja Rubinstein-Supervía hicieron público que esperaban una criatura. Pero el embarazo fue muy complicado y el parto tuvo un final trágico, con la muerte de la madre y de la hija. Fueron enterradas en Londres, en el cementerio judío de Willesden (1936).