Tal día como hoy del año 1442, hace 577 años, moría en Saumur (reino de Francia) Violante de Aragón y de Bar-Valois, que había sido la única descendiente del conde-rey Juan I y de su segunda esposa Violante de Bar-Valois. Juan I, en su primer matrimonio con Mata (o Marta o Matilde) de Armañac, sólo había tenido, también, descendencia femenina en la persona de Juana de Aragón-Armañac. Cuando murió Juan I (1396) lo sucedió su hermano pequeño Martín I. Y cuando murieron, sucesivamente y sin descendencia legítima, el 1407 Juana de Aragón-Armañac (su hermanastra mayor) y el 1410 Martín I, llamado el Humano (su tío), quedó como el último miembro legítimo con el patrónimo Bellónida.

Eso la convertía en la mejor situada para ocupar el trono de Barcelona, pero su condición de género en aquel contexto impidió que su candidatura progresara. Sus principales rivales ―Jaime de Urgell y Fernando de Trastámara― pretextaron que en la larga historia del trono catalano-aragonés nunca una mujer había estado en primera línea sucesoria. Violante de Aragón, entonces, presentó su marido Luis de Anjou (conde independiente de Provenza, rey de Nápoles y tataranieto del conde-rey Pedro III y, por lo tanto, nieto en tercer grado de Juan I y Martín I). Pero no lo era biológicamente: su madre ―la reina Juana I de Nápoles y bisnieta de Pedro III― lo adoptó como hijo cuando se casó con el padre de Luis, también Luis de Anjou.

Este hecho fue utilizado por Jaime de Urgell y Fernando de Trastámara para restar credibilidad a la candidatura conjunta de Luis de Anjou y Violante de Aragón, y cuando su proposición llegó al Compromiso de Caspe (1412) no tenía apoyos importantes. No obstante, Violante de Aragón no renunciaría nunca a ejercer un papel político relevante en el concierto continental. Después de la muerte de su marido (1417), en su condición de condesa independiente de Provenza y reina de Nápoles ―y dotada de una extraordinaria inteligencia política― intervendría decisivamente en la Guerra de los Cien Años (1337-1453), protegiendo dentro de sus dominios a Carlos ―delfín (heredero) de Francia―, amenazado por las tropas inglesas y por la disidencia interna, y armando el regimiento de Juana de Arco.