Tal día como hoy del año 1835, hace 184 años, en el contexto de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) y en el transcurso de los motines populares conocidos como la bulla anticlerical de 1835, una turba incontrolada asaltaba e incendiaba el Vapor Bonaplata, que había sido la fábrica pionera en la península Ibérica en la implantación de máquinas de vapor. La utilización del vapor como fuerza motriz se considera el inicio de la Revolución Industrial. Aquella fábrica había sido inaugurada tres años antes (1832), y estaba situada en el barrio barcelonés del Raval, sobre un solar delimitado por las calles de Sant Pau i de l'Arc de Sant Agustí. Después del ataque y del incendio no se reconstruiría.

Aquel ataque se produjo en el contexto de una revuelta anticlerical que se había iniciado el 25 de julio de 1835 en la plaza de toros del Torín, en el barrio barcelonés de la Barceloneta. Mientras se celebraba una corrida de toros, corrió la información de que, seis días antes (19 de julio) en Arnes (Terra Alta), una partida carlista dirigida por un clérigo había hecho prisioneros a un destacamento de la milicia liberal de Reus y les habían torturado, mutilado y asesinato. Y que, tres días antes (22 de julio), en protesta por los hechos de Arnes se habían producido unos trágicos motines en Reus, que se habían saldado con la quema de dos conventos (Sant Francesc y el Carme), tiroteos y un total de 21 víctimas mortales.

No obstante, la quema del Vapor Bonaplata fue causada por un fenómeno social emergente y que se puso de relieve aprovechando la bulla. El ataque al vapor Bonaplata obedecía al ludismo, un movimiento de las clases trabajadoras que se oponía a la implantación de máquinas ―sobre todo de vapor― en las fábricas, porque las veían como una amenaza a sus puestos de trabajo. Antes que el asalto y el incendio del Vapor Bonaplata, y de la implantación de máquinas de vapor en las fábricas peninsulares, el ludismo ya se había manifestado. El primer acto ludista de la historia peninsular se había producido el 2 de marzo de 1821 cuando los trabajadores incendiaron la Real Fábrica de Paños de Alcoi.