Tal día como hoy del año 1939, hace 79 años, tropas paramilitares franquistas de los Tercios de requetés Lácar y Montejurra ocupaban Manresa. Aquellos contingentes formaban parte de una agrupación de la 1º División Navarra, y estaban comandados por el teniente coronel Julio Pérez Salas, subordinado directo del general Rafael García Valiño. Poco después se sumaban contingentes militares de legionarios y de regulares —tropas mercenarias magrebíes comandadas por Mohammed bien Mizzian— que, con los requetés de Pérez Salas, se entregarían a una brutal cacería de personas de ideología catalanista y republicana que habían sido delatadas, en las horas inmediatas a la ocupación, por falangistas locales.

La ocupación militar de Manresa venia precedida por dos bombardeos (21 de diciembre de 1938 y 19 de enero de 1939) efectuados por las aviaciones de los regímenes nazi alemán y fascista italiano —aliados del bando franquista— que habían causado 35 víctimas mortales identificadas: 29 adultos y 6 niños. Este balance no contabiliza a los heridos que, posteriormente, acabarían muriendo. Las autoridades franquistas no reconocieron nunca su responsabilidad en los bombardeos y, según algunas fuentes, se falseó documentalmente la causa de la muerte de algunos heridos. Los barrios más castigados habían sido el barrio viejo, el Passeig del Riu y el barrio de la Estación.

Las tropas franquistas ocupan Manresa. Misa de campaña. Fuente Archivo Comarcal del Bages

Misa de campaña / Fuente: Arxiu Comarcal del Bages

Durante las horas posteriores a la ocupación militar se produjo una represión horrible. Según los historiadores Joaquim Aloy y Pere Gasol, las tropas franquistas perpetraron violaciones, torturas y asesinatos, cometidos con una brutalidad y un ensañamiento aterradores, de los cuales —en muchas ocasiones— no queda testimonio documental que hubieran sido penalizados ni condenados. Incluso, durante los durísimos años posteriores de la posguerra, cada 24 de enero por la mañana todas las parroquias y todas las fábricas de la ciudad fueron obligadas a tocar campanas y a hacer sonar sirenas, a título de macabro recordatorio de aquella brutal ocupación.