Tal día como hoy del año 1938, hace 80 años, en el contexto de la Guerra Civil Española (1936-1939) las tropas del ejército franquista conseguían vencer las últimas resistencias republicanas de Lleida y tomaban el control de la ciudad. Durante tres días (entre la madrugada del 31 de marzo y la media tarde del 3 de abril) se había producido una brutal batalla urbana, calle por calle y edificio por edificio, que se saldó, según algunas fuentes, con más de 1.000 muertos en cada uno de los bandos combatientes. A media tarde del 3 de abril, el mando republicano ordenaba el repliegue de las tropas al otro lado del Segre y la voladura de todos los puentes de la ciudad sobre el río. Posteriormente, durante ocho meses, el frente de guerra quedaría establecido sobre el curso fluvial y la ciudad quedaría, hasta el 23 de diciembre de 1938, sometida diariamente al fuego cruzado entre las dos líneas de combate.

Las tropas franquistas ocupan Lleida. Puente Viejo. Fuente Blog Cuál la Hacemos

Cinco días antes de la batalla de Lleida (30 de abril de 1938), las tropas franquistas formadas por la 13ª División (autodenominada Mando Negra) empezaron los movimientos para ocupar la ciudad desde el suroeste. Aquella división estaba comandada por el teniente coronel Fernando Barrón Ortiz, que previamente se había ganado la funesta fama de ser uno de los militares más sanguinarios del bando franquista, y estaba integrada por una tropa que sublimaba la cultura de la violencia y la muerte. Cuando las tropas franquistas avanzaron se encontraron con la resistencia de la 46ª División republicana, comandada por el militante comunista Vicente González González (conocido como el Campesino) que, con su personalidad deshumanizada, su conducta criminal y su estrategia alocada, no impediría convertir Lleida en una carnicería.

En el mismo día de la ocupación, el régimen franquista impondría una terna de autoridades entre las que destacaban Valentín Martín Aguado, militar retirado y alcalde; Heraclio Hernández Malillos, coronel de la Guardia Civil, exjefe de policía de Barcelona y gobernador militar, y Pedro Martínez García, radical anticatalanista, excolaborador del gobernador Martínez Anido durante los años del pistolerismo de la patronal en Barcelona y delegado de Orden Público. Serían los elementos que pasarían a dirigir el aparato franquista de dominio y represión que soltaría una cacería brutal contra personas de ideología republicana y catalanista y que, según la investigación historiográfica, se saldaría con centenares de asesinatos y ejecutados y miles de encarcelados, muchos de los cuales acabarían muriendo por inanición o enfermedades.