Tal día como hoy del año 1845, hace 175 años, moría en Tarragona la comerciante Rosa Venes (Olesa de Montserrat, 1784 – Tarragona, 1845) que pasaría a la historia como la única mujer que tomó parte en los combates que se produjeron durante el asedio napoleónico de Tarragona (1811). No obstante, su figura y su valor no serían reconocidos por el ejército español hasta 1911 (sesenta y seis años después de su muerte). Una investigación del historiador tarraconense Adolf Alegret —concluida en 1911— reveló que la mujer que había participado en los combates del asedio era Rosa Venes. Pasadas seis décadas de su muerte, y un siglo del sitio, Alfonso XIII la condecoraba póstumamente con el grado de subteniente.

La figura y la acción de Rosa Venes ilustran sobradamente lo que fue el engaño del asedio de Tarragona. El 5 de mayo de 1811 las tropas del Primer Imperio francés —comandadas por el mariscal Suchet— ponían asedio a Tarragona, exigiendo la rendición de la plaza. Pero el arzobispo Romualdo Mon —que meses antes había huido a Mallorca— y el gobernador militar Campoverde —que huiría al inicio del asedio— habían ordenado a la población civil resistir hasta las últimas consecuencias. El asedio duró cincuenta y cinco días (hasta el 29 de junio de 1811) y la entrada de las tropas francesas en la ciudad se traduciría en una masacre: las estimaciones contabilizan de cinco mil a seis mil muertes (las tres cuartas partes de la población de la ciudad).

También la figura y la acción de Rosa Venes ilustran la forma en que, posteriormente, el régimen de Fernando VII recompensó el compromiso de estos civiles en la causa supuestamente española. Después de aquel trágico episodio, Rosa Venes y su marido Simó Lloberes (que sobrevivieron a la masacre) tuvieron que subsistir en la miseria y en el anonimato. Con el transcurso de los años posteriores, y con mucho trabajo y ningún reconocimiento, alcanzaron una posición económica cómoda, como comerciantes del barrio portuario de Tarragona. La última voluntad de Rosa Venes sería ser enterrada en el cementerio civil de Tarragona (denominado "Cementerio de los Jans" o "Cementerio de los ingleses"). No obstante, su tumba ni siquiera figura en el censo de aquella sagrera.