Tal día como hoy del año 1940, hace 79 años, a las seis y media de la madrugada, un pelotón militar del régimen franquista español fusilaba a Lluís Companys Jover, 123.º presidente de la Generalitat. El presidente Companys fue fusilado en el cementerio del castillo de Montjuïc (que en aquella época era una dependencia militar), y la ejecución –fallada por un tribunal militar y ordenada personalmente por el dictador Franco–, fue totalmente silenciada tanto por el régimen franquista como por la prensa de la época. Aunque había sido el presidente de Catalunya, la censura impuesta por el régimen franquista impediría que ningún medio de prensa se hiciera eco de aquel hecho.

Con anterioridad el presidente Companys había sido condenado a treinta años de prisión (1935) por el Tribunal de Garantías de la República española, después de los Fets del Sis d'Octubre (1934), cuando proclamó el Estado catalán dentro de la República federal española, que abría la puerta a la autodeterminación de los pueblos de España. Meses después fue amnistiado por el nuevo gobierno de la República (una coalición de fuerzas de izquierdas y progresistas), volvería a sus funciones presidenciales, y dirigiría el país –con grandes aciertos y grandes errores– durante la difícil etapa de la Guerra Civil española (1936-1939). Cuando Barcelona fue ocupada por los franquistas (26/01/1939) se dirigió al exilio.

En el exilio reorganizó el gobierno de la Generalitat, que se pasaría a llamar, transitoriamente, Consell Nacional de Catalunya y se dedicaría, principalmente, a tareas de auxilio a los exiliados republicanos, tanto catalanes como españoles. Poco después de la ocupación nazi de París (junio de 1940), se refugió en Ar Baol-Skoubleg, una pequeña población de la Bretaña francesa. Allí fue detenido por la Wehrmacht en una operación policial orquestada conjuntamente por la Gestapo y el SIMP franquista (13/08/1940). Fue conducido a Madrid, sin ningún tipo de protocolo de extradición, y fue interrogado y brutalmente torturado en las dependencias de la policía española.

Cuando tenía que ser fusilado, se descalzó para tener contacto físico con la tierra catalana y exclamó "¡Por Catalunya!". El estado español, después de cuatro décadas de régimen monárquico constitucional –que se proclama democrático– todavía se niega –a diferencia de los estados francés y alemán– a pedir perdón, a declarar nulo aquel juicio y a rehabilitar la figura del único presidente elegido democráticamente que, en la larga historia de Europa, ha sido fusilado.