Tal día como hoy del año 1940, hace 78 años, llegaba a Barcelona el profesor Ernst Baader, comandante-médico del ejército del régimen nazi alemán y director del Instituto de Enfermedades Profesionales de la Universidad de Berlín. Su estancia en Barcelona respondía a una invitación, cursada por las autoridades franquistas, a impartir una conferencia en la sede del Fomento del Trabajo, entidad entonces intervenida por el régimen franquista.

Aquella conferencia versaría sobre las patologías pulmonares derivadas de la inhalación de gases tóxicos y materiales pesados. Fue anunciada con el título Fines y métodos de la formación y selección profesional del obrero alemán. Fue presidida por el capitán general Luis Orgaz Yoldi, y presentada por el director de la Escuela Social Antonio Aunós Pérez; y según relata la prensa de la época, se refirieron a Baader como "un amigo de España".

Cuando Baader visitó Barcelona ya era un destacado miembro del Partido Nazi alemán. Desde su cátedra, que había obtenido después de la depuración de profesores judíos el 1933 ―data que, reveladoramente, coincidía con la de su ingreso en el partido nazi― había investigado los efectos sobre el aparato respiratorio de veinte agentes tóxicos que, habitualmente, inhalaban los trabajadores industriales.

Aunque no tuvo nunca una responsabilidad directa en la gestión de los campos de exterminación nazis, sus trabajos de investigación se aplicarían activamente en el Endlösung der Judenfrage (la Solución Final al problema judío). El 10 de octubre de 1941 retornaba al estado español, invitado de nuevo por las autoridades franquistas, para impartir una conferencia en el Instituto Nacional de Previsión.

El director de aquel organismo diría de Baader que “no puedo olvidar el sacrificio que representa en estos momentos privar a la medicina militar de la docta dirección y de la colaboración entusiástica y competentísima del insigne Profesor”. Según algunas fuentes, entonces dirigía el gueto de Minsk (Bielorrusia), y sólo dos semanas después, de retorno a su destino, ordenaría ahorcar a la partisana judía Masha Bruskina, de 17 años de edad.