Tal día como hoy del año 1982, hace 39 años, moría en San Diego (California-Estados Unidos) el profesor y escritor Ramón José Sender Garcés, conocido, especialmente, por su novela Réquiem por un campesino español, ambientada en el proceso revolucionario y colectivizador del campo aragonés que siguió al estallido de la Guerra Civil española (1936). Sender había nacido el año 1901 en Chalamera, un pequeño pueblo del valle del Cinca que limitaba con el territorio catalanohablante de la Franja de Aragón. Aunque no consta que Sender hubiera nacido en un entorno catalanohablante, sí que, en cambio, está probado —sobre todo durante su estancia en Reus como estudiante— que lo hablaba y lo escribía.

Estudió Derecho en Zaragoza, pero su vocación literaria lo llevó a la redacción del diario El Sol —que se editaba en Madrid. A partir de la década de 1920 se convirtió en un novelista reconocido. Durante la década de 1930, el escritor y antropólogo vasco Pío Baroja proclamó: “Tenemos entre los jóvenes un poeta, Lorca; y un novelista, Sender”. Durante la etapa republicana (1931-1939) se acercó ideológicamente a los comunistas, pero el asesinato de su esposa al inicio del conflicto civil en manos de los rebeldes franquistas (1936) y su posterior exilio a la conclusión de la guerra (1939) lo desplazaron hacia posicionamientos anticomunistas.

Durante el exilio (1939-1982) fue profesor en las universidades de Los Ángeles y de San Diego, en California. Más concretamente, en la de San Diego protagonizó una anécdota que, durante un tiempo, lo puso en el centro del foco mediático. Según las fuentes, en una clase abrió un debate sobre las causas que explicarían el atraso económico y tecnológico de los países latinoamericanos con respecto a los Estados Unidos. Las mismas fuentes explican que el alumnado de aquel curso estaba formado, básicamente, por hijos e hijas de las oligarquías mexicanas de origen criollo, es decir, por personas con rasgos raciales de origen europeo.

De nuevo, las fuentes afirman que, en un momento del debate, una alumna, que describen como de piel, ojos y pelo claro, exclamó: “¡La culpa es de los españoles!”, y que la respuesta del profesor fue: “Sí, es cierto, los españoles tienen una parte importante de culpa... pero ustedes (haciendo referencia a la condición social de la alumna) también tienen su parte”.