Tal día como hoy del año 1149, hace 869 años, Al-Muzaffar, valí almorávide de Lleida, capitulaba la ciudad y el territorio a las tropas de Ramón Berenguer IV y Ermengol VI, condes independientes de Barcelona y de Urgell. Previamente a la capitulación, la ciudad había sido sometida a un asedio de casi siete meses que se había ido estrechando progresivamente: se había iniciado al pie de la muralla que rodeaba la trama urbana y había culminado en el castillo de la Suda, el último reducto fortificado situado en la cumbre más elevada de la ciudad. Con la conquista de Lleida el poder musulmán perdía la última gran plaza situada en el norte del Ebro, y los condes catalanes ganaban, definitivamente, el valle bajo del Segre.

La ciudad y territorio de Lleida quedaron integrados dentro del condado independiente de Barcelona. Ramón Berenguer IV, haciendo uso de una práctica habitual en el sistema político feudal, concedió a Ermengol de Urgell y a la orden de los Templarios el dominio ―supeditado, siempre, a la autoridad de Barcelona― sobre algunas partes de la ciudad y territorio; como pago por la ayuda que le habían prestado. También concedió a Lleida una carta municipal propia, inspirada tanto en la consuetud (el derecho del territorio anterior a la dominación musulmana) como en los Usatges de Barcelona, que garantizaba un régimen de autonomía política notable y la recuperación de la figura ancestral de los paers.

La sociedad musulmana de Lleida, formada por un mestizaje entre población autóctona iberoromana islamizada y beréber y yemeníes, desapareció totalmente. El nuevo poder decretó la expulsión de la población musulmana ―que emigraría hacia la taifa de València―, a excepción de una pequeña parte de la comunidad que quedó en el llamado Ravalet dels Moros o Patí del Miqueló, situado en torno a la actual plaza del Hort de Santa Teresa. El nuevo poder repobló la ciudad, básicamente, con campesinos y artesanos de los condados de Urgell y de Barcelona ―especialmente de Osona―, y también con un pequeño grupo procedente del reino de Aragón, que colonizó el arrabal de Pardinyes, entonces situado en extramuros.