Tal día como hoy del año 1773, hace 249 años, en Barcelona; se producían unos disturbios generalizados contra la aplicación de la Real Ordenanza de Quintas, promulgada tres años antes (1770) por Ambrosio de Funes Villalpando, conde de Ricla y secretario de guerra del rey español Carlos III. Desde la ocupación borbónica de Catalunya y la promulgación del Decreto de Nueva Planta (1714-1717), los ayuntamientos catalanes habían evitado los reclutamientos forzosos, presentando grupos de teóricos voluntarios formados por zánganos, trotamundos y delincuentes. Sin embargo, después de la promulgación de la Ordenanza; los ayuntamientos catalanes intentaban evitar las levas facilitando la huida en massa de los jóvenes, que se emboscaban y engrosaban el fenómeno del bandolerismo.

En Barcelona ciudad, se había creado un sistema clandestino de soborno a los médicos militares que había tenido cierto éxito. Hasta que Ricla desbarató aquel sistema, ordenando algunos encarcelamientos (1773). En aquel momento, un grupo de jóvenes de la ciudad accedió al campanario de Santa Maria del Mar, y blandió el toque de somatén. Acto seguido se produjo una revuelta generalizada contra los militares españoles; y un intento de huida masivo, protagonizado por jóvenes, que fueron brutalmente masacrados en el Portal Nou. El capitán general español, Bernardo O'Connor, ordenó la detención y encarcelamiento de varias personalidades de la ciudad que habían tomado partido por los jóvenes y protestaban contra la violencia desplegada por los militares españoles.

Finalmente, el sorteo de "quintos" (el reclutamiento forzoso de uno de cada cinco jóvenes) se aplazó hasta 1775. Y el aparato militar español quedó muy desprestigiado. O'Connor fue cesado por el ministro plenipotenciario Campomanes, y su carrera militar se acabó repentinamente. Y Ricla, que había sido capitán general de Catalunya con anterioridad (1767-1772) vio cómo emergían todos los escándalos que había protagonizado durante su estancia en el Principado: las 300.000 libras que se embolsó por desocupar la Casa de la Llotja (que el rey había devuelto a la Junta de Comercio); o sus ridículas aventuras amorosas con Teresa Bergonzi, una bailarina del Teatro de la Santa Creu que resultó ser una espía.

Imagen principal: Plaza Nova. Barcelona (siglo XVIII). Fuente: Cartoteca de Catalunya.