Tal día como hoy del año 1873, hace 145 años, Francesc Pi i Margall era nombrado presidente de la I República española (1873-1874). Pi i Margall se convertía en el segundo presidente —y el segundo catalán— que alcanzaba este cargo, y lo ejercería durante treinta y ocho días, hasta el 18 de julio de 1873, que presentaría la dimisión y sería sustituido por Nicolás Salmerón Alonso. Pi i Margall, con Estanislau Figueras i de Moragas (1873) —que lo había precedido en el cargo— y con el general Joan Prim i Prats (1869-1872) son los tres únicos catalanes que, desde que el primer Borbón unificó a la fuerza "y por derecho de conquista" (1715) los estados del edificio político hispánico hasta la actualidad, han ejercido la máxima responsabilidad de gobierno en el Estado español.
Francesc Pi i Margall había nacido en Barcelona el año 1824, en plena crisis política, social y económica del reinado de Fernando VII, en una familia del estamento obrero. Hombre de una extraordinaria intelectualidad, a pesar de las precariedades económicas familiares, conseguiría doctorarse en Derecho a los veintitrés años (1847) y trabajaría como a profesor, traductor, empleado de banco y finalmente como periodista, dirigiendo el rotativo madrileño de ideología republicana La Discusión (1864-1866). La involución reaccionaria de 1866, dirigida por Narváez y bajo el reinado de Isabel II, provocaría la clausura del diario y el exilio de Pi i Margall en París (1866-1868), donde entraría en contacto con el círculo de seguidores de Pierre-Joseph Proudhon, teoritzador del socialismo utópico.
Mapa político de España (1854). Fuente: Biblioteca Nacional de España
Después de la Revolución de 1868 (La Gloriosa) que provocó la caída de Narváez y el exilio de Isabel II, Pi i Margall entró de lleno en la arena política. Retornó del exilio y se convirtió en uno de los principales referentes políticos e intelectuales del republicanismo. Sería el fundador del Partido Republicano y Federal (1870) que tendría una gran influencia en los territorios de habla catalana. Sería diputado en las Cortes españolas (1868-1874). Finalmente, poco después de la proclamación de la I República (1873) accedería a la presidencia, pero las profundas divergencias entre los partidos republicanos, la revuelta cantonalista y la imposibilidad de aplicar su ambicioso programa de reformas políticas, económicas y sociales, lo conduciría a la renuncia.