Tal día como hoy del año 1173, hace 848 años, en Barcelona, moría Petronila de Aragón, la última monarca aragonesa de la dinastía Jimena. Desde que en 1163 su hijo y heredero Alfonso Ramón fue proclamado conde independiente de Barcelona y rey de Aragón, y hasta que en 1410 murió sin descendencia legítima Martín I, todos los soberanos del reino aragonés fueron de la dinastía catalana Bellónida. Incluso, antes del matrimonio entre Petronila y Ramón Berenguer IV (1150) conde independiente de Barcelona y padre y predecesor de Alfonso Ramón, los Bellónidas catalanes ya gobernaban Aragón. En las capitulaciones matrimoniales (Ayerbe, 1137), el rey Ramiro II de Aragón había nombrado a su futuro yerno Bellónida "regni dominator Aragonensis" (dominador del reino de los aragoneses) y le había cedido el poder efectivo sobre el reino aragonés.

Con tan solo unos meses de edad, su padre la prometió con Sancho de Castilla, heredero al trono de Burgos (Alagón, 1136). Pero las oligarquías aragonesas, temerosas de que aquella unión pudiera disolver Aragón dentro de Castilla como un terrón de azúcar en un vaso de leche, hicieron anular aquel pacto y giraron la mirada hacia Barcelona, un estado con una arquitectura política y económica tan diferenciada que impedía —a corto o a largo plazo— una fusión de los dos dominios. Con los pactos con Barcelona se aseguraron la pervivencia del amenazado reino aragonés, y a la vez su independencia dentro del nuevo edificio político que se creaba. Petronila fue comprometida con Ramón Berenguer con tan solo dos años de edad (Barbastro, 1137), y fue casada con el conde catalán poco después de cumplir los catorce años (Lleida, 1150).

Personalmente, Petronila siempre jugó un papel secundario, que se explica por dos motivos: la posición del reino aragonés en aquella unión y su condición de género en una sociedad patriarcal. No obstante, no parece que reuniera condiciones excepcionales para ejercer el gobierno o el cogobierno. Su participación en la política de su época dista mucho del destacado papel que, con anterioridad, habían ejercido otras mujeres en la cancillería de Barcelona, como Ermesinda de Carcasona o Almodis de la Marca, dotadas de una inteligencia política extraordinaria que las había permitido ejercer el cogobierno o, incluso, el gobierno en solitario. Durante su matrimonio, Petronila tuvo cuatro hijos, dos de los cuales fueron soberanos de sus respectivos dominios: Alfonso Ramón de Barcelona-Aragón y Ramón Berenguer de Provenza.