Tal día como hoy del año 1640, hace 381 años, en el contexto de la crisis social, económica y política que conduciría al Corpus de Sangre (07/06/1640) y a la proclamación de la I República catalana (17/01/1641), el Consejo Municipal de Perpinyà cursaba una misiva oficial a Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma y virrey hispánico en Catalunya, exigiendo el castigo contra la soldadesca de Felipe IV que asaltaba masías y robaba y agredía a los propietarios y los jornaleros. Perpinyà secundaba la posición adoptada poco antes por el Consell de Cent de Barcelona y por la Generalitat (03/02/1640), y advertía al virrey de que si no actuaba, haría uso de su propia fuerza contra los delincuentes hispánicos.

La misiva de Perpinyà hacía mención a un caso que había conmocionado a la sociedad catalana del momento: el día 1 de febrero de 1641, un grupo de Tercios de Castilla que deambulaba por el Vallès (efectuando teóricas tareas de persecución contra el bandolerismo) habían asaltado la masía de Anton de Fluvià, en Palautordera, porque —según el Dietario de la Generalitat— se había resistido a darles cobijo y alimento. Según el mismo Dietario, Fluvià y seis de sus jornaleros habían sido perseguidos y, finalmente, perseguidos y degollados en el interior del templo parroquial de Palautordera. También se decía que su esposa, Maria de Jord, y los hijos de la pareja habían sido brutalmente agredidos y obligados a huir al bosque.

Aquellos hechos se produjeron poco después de la batalla de Salses (06/01/1640). En aquel episodio bélico, las levas catalanas comandadas por Francesc de Tamarit, diputado militar de la Generalitat, habían recuperado la fortaleza de Salses (Rosselló) y habían expulsado la guarnición francesa que, seis meses antes, la había ocupado. Según las fuentes documentales, algunas partidas de los Tercios de Castilla que habían huido de la ocupación francesa (junio de 1639), abandonando Salses en desbandada, se dedicaban a robar, extorsionar y agredir la población civil de la plana del Rosselló y, lejos de actuar contra los malhechores de la tierra, se habían convertido en la peor amenaza contra el orden y la seguridad del país.