Tal día como hoy del año 1930, hace 87 años, era asesinado en Rosario (Argentina), por paramilitares del régimen dictatorial de Uriburu (1930-1932), el anarquista catalán Joaquim Penina i Sucarrats. Su cadáver no aparecería nunca, y se convertiría en la primera víctima de una trágica tradición estrechamente relacionada con los regímenes dictatoriales argentinos, que culminaría con el gobierno de Videla (1976-1981). Joaquim Penina, nacido en Gironella (Berguedà) el año 1901, había llegado a Argentina el año 1923, probablemente huyendo de la durísima represión que el régimen dictatorial de Primo de Rivera (1923-1930) había desatado contra las organizaciones obreras en Catalunya.

Los motines reivindicativos que se repetían desde el estallido de la crisis global de 1929 animaron a los militares a salir de los cuarteles. Uriburu y su cuñado Ibarguren, inspirados en el nacionalismo autoritarista del español Primo de Rivera, dieron un golpe de estado y empezaron una cacería brutal contra personas declaradas enemigas del régimen. Penina, un intelectual autodidacta hijo de una familia humilde que no se lo había podido pagar los estudios, era una persona muy conocida en su entorno profesional —era paleta— y social —el sindicalismo anarquista—. Enseñaba a leer a los obreros analfabetos y prestaba libros a todo el mundo que se lo pedía, de su biblioteca personal.

El asesinato y desaparición de Penina han sido rodeados de un aura de misterio que lo ha convertido en un mito. Penina no era un elemento dirigente y no tenía ninguna responsabilidad política ni sindical. Era, simplemente, un divulgador de los ideales libertarios y naturistas. El expediente de detención fue destruido, el elemento que dirigió a los sicarios fue asesinado en extrañas circunstancias, y los 5.000 ejemplares del trabajo de investigación que publicó el catedrático Aldo Oliva fueron secuestrados y calcinados por la dictadura de Videla. En 1999, la comunidad catalana de Rosario señaló la casa de Penina con una placa que lo describía como un "obrero ejemplar" y como un "hombre de paz".