Tal día como hoy del año 1931, hace 90 años, el gobierno provisional de la República y el Ayuntamiento de Barcelona acordaban el cambio de titularidad del Palau de Pedralbes que, desde 1918, había sido la residencia de la familia real española en la ciudad. Según la prensa de la época (La Vanguardia, edición del 21/05/1931), “mientras no se resuelva respecto a su destino definitivo, se faculte a dicha comisión (la de Cultura del Ayuntamiento) para organizar en la forma que juzgue conveniente los servicios necesarios para la conservación de dicho palacio”. También los jardines que rodeaban el palacio pasaron a titularidad municipal “quedando destinados al público los jardines anexos al palacio”.

El Palau de Pedralbes había sido construido el año 1862 por Eusebi Güell sobre los terrenos de lo que, desde el siglo XVII, habían sido las masías de Can Feliu y de Can Cuiàs, con los planos de los arquitectos Joan Martorell (edificación) y Antoni Gaudí (jardines). En aquel momento, Güell era una de las principales fortunas del país. Su padre y él mismo habían creado un imperio económico —formado por navieras y bancos— que tenía su origen en el trama ilegal de tráfico de esclavos que dirigía la reina regente María Cristina de Borbón. El año 1918, Eusebi Güell, que había sido nombrado conde por el rey Alfonso XIII, regaló el palacio a la Corona. Desde entonces el Palau de Pedralbes pasaría a ser la residencia oficial de la familia real española en sus visitas a Catalunya.

Entre 1931 y 1939, el Palau de Pedralbes fue de propiedad municipal, y el Ayuntamiento de la ciudad instaló el Museo de Artes Decorativas. Durante la Guerra Civil española fue, temporalmente, sede del gobierno de la República española (1937). Durante este periodo fue la residencia de Juan Negrín, presidente del gobierno, y el lugar donde se reunían los consejos de ministros. Después de la ocupación franquista (1939), el Gobierno lo confiscó y lo convirtió en la residencia oficial del dictador Franco en Catalunya, hasta que el año 1990 volvió, de nuevo, a manos del Ayuntamiento de Barcelona. Actualmente, el Ayuntamiento de Barcelona tiene cedido su uso a la Generalitat, que tiene instalado el Museo de la Cerámica.