Tal día como hoy del año 1558, hace 463 años, el ejército otomano comandado por Turgut Reis, y formado por 15.000 efectivos, desembarcaba en Ciutadella e iniciaba la masacre de la población civil de la isla de Menorca. En aquel momento, la isla tenía unos 10.000 habitantes, concentrados —principalmente— en la villa de Ciutadella, que tenía unos 4.000. Después de una intensa lucha que se prolongó durante toda la jornada, las autoridades civiles, viendo que no podrían contener el ataque otomano por mucho más tiempo, ordenaron la evacuación de la población civil. Pero la columna de refugiados fue detectada por los atacantes y la defensa de la ciudad cedió por aquella puerta.

Como resultado de aquella tragedia, la isla de Menorca perdió la mitad de la población. Las investigaciones estiman que fueron asesinadas unas 2.000 personas y otras 3.000 fueron capturadas y deportadas en Estambul, donde fueron vendidas en los grandes mercados de esclavos de la capital del imperio otomano. En algunos casos, los otomanos se reservaron algunos cautivos —identificados como personalidades relevantes de la sociedad de la isla— y exigieron cuantiosos rescates a cambio de su libertad. Según las mismas investigaciones, sólo una pequeña parte (posiblemente menos de 100) fueron rescatados y pudieron volver y rehacer su vida en Menorca.

La investigación historiográfica ha revelado que aquel ataque se perpetró con la complicidad de la monarquía hispánica. Según la misma investigación, la cancillería de Felipe II habría priorizado la defensa de Córcega —en aquel momento en disputa entre la monarquía hispánica y la monarquía francesa— en detrimento de la de Menorca, territorio por el cual París no tenía ningún interés. Los otomanos, aliados de Enrique II de Francia en el conflicto hispano-francés y en cumplimiento de los pactos suscritos con París, tenían que atacar Córcega, pero a última hora —y de forma misteriosamente sospechosa— cambiaron el rumbo y se dirigieron a Menorca.

La falta de ayuda a los llamamientos de auxilio (cuando, días antes, la flota de Turgut Reis atacó Maó) que formularon repetidamente las autoridades civiles de la isla y que fueron totalmente ignoradas; la traición de un bombardero hispánico responsable de la defensa de la muralla de Ciutadella que se comunicaba con los atacantes; la manifiesta y sospechosa pasividad de Miguel Negrete, jefe de la guarnición hispánica; y el relato de la documentación francesa de la época, son elementos que señalan claramente en esta dirección. Desde entonces, la sociedad menorquina ha conmemorado aquella jornada con el nombre del l’any de sa desgràcia.