Tal día como hoy del año 1706, hace 304 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715) y en el marco del primer asedio borbónico en Barcelona, las mujeres de la ciudad adquirían un protagonismo destacado al romper la anilla enemiga para proveer la guarnición de Montjuïc. Según el Dietario de la Generalitat, en la madrugada de aquella jornada, las tropas borbónicas castellanas "del duque de Anjou", se desplazaron desde la villa de Sarrià hasta el portal de Santa Madrona (actualmente al Paral·lel), para cortar el abastecimiento que se hacía desde la ciudad en el castillo de Montjuïc. Y las tropas borbónicas francesas "del rey chistianissim", hacían lo mismo desde Sant Andreu y rodeaban la ciudad por el este y por el norte.

El mismo Dietario relata que “encara que dins Monjuich hi hauria algunas companyies de las cofrarias, y algunas de anglesos, ab tot la guarnició no tingué lloch de pelear sino ab la artilleria, per què de esta ciutat puja la gent a la montanya ab tant gran valor que basta a rechasar los enemichs sens dexar-los acostar a la fortalesa; y las donas de Barcelona se han portat també molt bisarrament, aportant a la montanya gran còpia de draps y vinagre per la artilleria, aygua, vi y altres provisions de boca de las quals cosas se necessitava molt, y donaven gran ànimo als homens”. Por la tarde, las defensas de Santa Madrona habían obligado a los borbónicos a retirarse "y lo rey nostre senyor (Carlos de Habsburgo), Déu lo guarde, puja a la fortalesa de Monjuich y se mira la plassa”.

Aquel asedio acabó —sin éxito para los asaltantes— el 7 de mayo, cuando se enteraron de que un grupo naval anglo-neerlandés —comandado por lord Peterborough— había desembarcado 8.000 efectivos cerca de Barcelona. Las tropas borbónicas castellanas huyeron en desbandada hacia el sur, perseguidos por los Miquelets. En su precipitada huida abandonaron todo el material bélico. Y Felipe V, que había llegado de Madrid para dirigir el asedio —aunque no tenía ningún tipo de formación militar— escapó hacia Francia —protegido por las tropas francesas— y no se detuvo hasta Versalles. Sería la enérgica reprimenda que le propinó su abuelo y valedor Luis XIV, lo que le obligaría a volver a Castilla y reanudar la guerra.