Tal día como hoy del año 1213 (según la mayoría de las fuentes documentales), hace 805 años, moría en Roma María de Montpellier, esposa del conde-rey Pedro II de Barcelona y Aragón y madre del conde-rey Jaime I, conocido como el Conquistador. María, nacida el año 1182 en Montpellier, sería el prototipo de la mujer de clase aristocrática convertida en un objeto al servicio de los intereses políticos. Hija de Guillermo, el barón feudal semi-independiente de Montpellier, y de Eudoxia Comnena, una princesa romana oriental que había tenido una accidentada trayectoria de compromisos matrimoniales rotos y redirigidos; acabaría casada por la fuerza tres veces y repudiada en dos ocasiones.

La importancia estratégica del enclave de Montpellier, situado en un cruce de caminos que conectaban Toulose, Barcelona y Marsella, había elevado el interés de las casas condales y reales del arco mediterráneo occidental para alcanzar su dominio. María fue casada en primeras nupcias a los doce años (1194) con el vizconde de Marsella Ramon Guifré, que gobernaba sus dominios de forma semi-independiente subordinado al vasallaje que le debía al conde de Provenza Ramon Berenguer IV —de una rama menor de los Berenguer de Barcelona—. Enviudaría al cabo de pocas semanas, y tres años después (1197) su padre la entregaría, de nuevo, en matrimonio al conde Bernardo IV de Comanjares.

Este segundo matrimonio se explica por el cambio de orientación política del viejo Guillermo: de Barcelona-Provenza hacia al condado independiente de Tolosa. Siete años después (1204) y cuando había tenido la heredera que garantizaba la unión de Comanjares y Montpellier; Bernardo IV la repudió para buscar un nuevo matrimonio político. La cancillería de Barcelona, preocupada por la posibilidad de que los tolosanos rompieran el corredor Catalunya-Provença, la casaron con el conde-rey Pedro II. Las cosas tampoco le fueron mejor, y cuando había engendrado al heredero Jaime I, Pedro II la repudió para casarse con María de Montferrat, heredera nominal del reino de Jerusalén. María moriría a los treinta años refugiada en Roma.