Tal día como hoy del año 1993, hace 15 años, moría en Pamplona Juan de Borbón y Battenberg, el único jefe de la casa de los Borbones hispánicos que en ningún momento de su vida fue rey. Juan de Borbón fue nieto e hijo de reyes (Alfonso XII y Alfonso XIII) y padre y abuelo de reyes (Juan Carlos I y Felipe VI). Pero primero el establecimiento de la Segunda República Española (1931-1939), que provocaría que su padre, Alfonso XIII, abandonara el poder y el país, y después la instauración del régimen dictatorial del general Franco (1939-1975), que proclamaría a su hijo Juan Carlos I sucesor en la jefatura de estado, impediría que llegara al trono de España, y su figura, en el transcurso de los años, quedaría asociada a la categoría de eslabón dinástico de los Borbones hispánicos.

Juan de Borbón, nacido en el palacio de La Granja de San Ildefonso (Castilla) en 1913, sería una de las figuras más controvertidas de la historia contemporánea española. Aunque era el tercer hijo de Alfonso XIII, se convirtió en el heredero al trono por la renuncia, forzada por Alfonso XIII, de sus hermanos mayores: Alfonso, que sufría hemofilia y que se casó con una plebeya, y Jaime, que era sordomudo. En 1933, en el exilio, su padre lo nombraría heredero al trono. Sin embargo, Juan de Borbón no utilizaría nunca el título de rey de España para no incomodar al general Franco, que en 1936 se había rebelado contra la República que había liquidado el régimen monárquico. Utilizaría el título de conde de Barcelona como una dignidad asociada a la casa real hispánica.

Durante la crisis republicana (1933-1936) y la Guerra Civil (1936-1939), Juan de Borbón siguió el posicionamiento de su padre. Apoyó a los partidos antirrepublicanos de la derecha más reaccionaria y anticatalanista. Y cuando estalló el conflicto, intentó incorporarse al bando franquista en una operación esperpéntica que acabaría con su expulsión por parte de los mandos rebeldes con quienes pretendía unirse. Una vez concluida la guerra, y convencido de que Franco no tenía ninguna intención de restaurar la monarquía, gravitaría progresivamente, desde el exilio, hacia posiciones políticas de oposición al régimen franquista que, más que transportar España hacia una democracia, tenían el objetivo prioritario de limpiar la imagen de la dinastía borbónica y recuperar el trono de Madrid.