Tal día como hoy del año 1940, hace 79 años, moría en Barcelona Dolors Bonella i Alcànzar, conocida popularmente como la Moños, y que en el transcurso de su vida había sido el personaje más icónico del barrio chino barcelonés. Dolors Bonella ―que en el entorno familiar era conocida como Lola― había nacido en Barcelona el año 1851. La Moños, que vivió 89 años, se convertiría en historia viva: vería de primera mano los grandes movimientos y los grandes procesos de transformación que tenían que transportar Barcelona a la modernidad (la Revolución Industrial, el derrumbe de las murallas, la urbanización del Eixample, el Cierre de Cajas, la Semana Trágica, la restauración de la Generalitat o la Guerra Civil española, entre otros).

Pero la Moños se convertiría en un personaje célebre por su estrambótica estética y por su singular personalidad, que eran fruto de una trágica historia personal. Según la mayoría de las fuentes, Dolors Bonella, siendo muy joven, había entrado a servir en una casa de una familia de la oligarquía local. Allí tuvo una relación sentimental con el primogénito de los dueños, que dio como fruto el nacimiento de una niña. Según algunas fuentes, la niña (cuando tenía cuatro años) murió atropellada por un carruaje. Estas mismas fuentes ven la mano oscura de los dueños. Y según otras fuentes, quien fue mortalmente atropellado fue su amante y la niña fue secuestrada por los patrones, y criada y educada totalmente al margen de la madre.

Sea como sea, después de este suceso, Dolors Bonella entró en una profunda depresión que la transportó a un estado mental de enajenación. Fue despedida del trabajo y durante el resto de su vida (más de medio siglo) malvivió vendiendo flores en el Raval y en la Rambla, y también gracias a la ayuda de algunas personas que conocían su trágica historia personal. Según las fuentes, se vestía como una niña pequeña, se maquillaba como una prostituta y se peinaba con unos moños extrañamente verticales. Pero todos los testigos que la conocieron coincidieron en destacar su extraordinaria bondad y su alegría contagiosa. Murió poco después de la Guerra Civil, recluida en una institución caritativa y en el más absoluto anonimato.