Tal día como hoy del año 1868, hace 153 años, Laureà Figuerola i Ballester (Calaf, Anoia, 1816 – Madrid, 1903) ministro de Hacienda del gobierno presidido por el general Serrano, firmaba un decreto que implantaba la peseta como moneda única en el conjunto del estado español. Hasta entonces, en el estado español habían convivido varias unidades monetarias que el régimen borbónico nunca había unificado. En Catalunya, aunque la emisión de moneda había sido usurpada por el régimen borbónico después de la ocupación de 1714, hasta 1868 se había seguido emitiendo las unidades tradicionales: lliura, quartos y rals.

Aunque aquella unificación monetaria, aparentemente, podía obedecer a criterios de tipo comercial, la realidad era que con aquella medida se pretendía un control fiscal más riguroso sobre la actividad económica. En aquel momento, todavía coleaba el escándalo del "bolsillo secreto" que los Borbones (Fernando VII, María Cristina de Borbón e Isabel II) habían amasado desde la venta de la corona española a Napoleón (Bayona, 1808). Aquel "bolsillo secreto", totalmente opaco y con un saldo estimado de 80 millones de reales, había estado detrás de los negocios más sórdidos de la España del XIX.

Según la investigación historiográfica, el nombre peseta provenía de una moneda catalana de curso legal denominada peceta (pieza pequeña) que, durante la incorporación de Catalunya al Primer Imperio francés (1808-1814), había circulado en las zonas no controladas por el régimen bonapartista. Posteriormente, y durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), la ceca de Barcelona pondría en circulación una emisión de pesetas (1837) acuñadas con el escudo de Catalunya y la inscripción “Isabel 2º reyna constitucional de las Españas” en el anverso, y un motivo vegetal y la inscripción "Principado de Cataluña" al reverso.

Después de su paso por el Ministerio de Hacienda y durante la Primera República española (1873-1874) Laureà Figuerola fue nombrado presidente del Senado. Desde su posición se opuso al retorno de los Borbones y, poco después de la restauración del régimen monárquico, fue depurado como catedrático de la Universidad de Madrid. Acto seguido, fue nombrado primer director del Instituto de Enseñanza Libre. Murió en Madrid el año 1903, con 87 años, como presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Sin embargo, por expreso deseo del difunto, fue sepultado en el cementerio de Girona.