Tal día como hoy del año 1787, hace 231 años, nacía en Maó (Menorca) Mateu Josep Orfila i Rotger que, décadas más tarde, pasaría a la historia como el fundador de la toxicología moderna. Orfila, nacido en una familia de armadores en la Menorca del siglo XVIII que basculaba entre los dominios británico y francés, tuvo una esmerada educación en la línea del pensamiento ilustrado que imperaba en la Europa de la época. Cursó sus estudios superiores a la Universitat de València. Pero los experimentos que llevaba a cabo en su laboratorio particular provocaron una investigación de la Inquisición hispánica. Poco después, con un excelente expediente y un reconocido prestigio, completaría su formación en Barcelona —relativamente alejada de la mirada inquisitorial— y, finalmente, en París.

Pero allí donde Orfila destacaría especialmente sería en su labor de investigación que llevó a cabo simultáneamente con el ejercicio de la docencia. El año 1819, era nombrado catedrático de Medicina Legal de la Universidad de París. En 1831 era nombrado decano y el 1836 asesor del Ministerio de Instrucción Pública. En el transcurso de su carrera participó en varios peritajes forenses relacionados con casos criminales que lo hicieron muy popular. Revolucionó el mundo forense investigando cuestiones relativas a la putrefacción de los cuerpos y consiguiendo que los médicos perdieran el miedo a las exhumaciones. Pero aquello que lo hizo especialmente célebre fue discriminar los efectos de la ingestión del arsénico, que hasta entonces eran confundidos con los síntomas de la enfermedad del cólera.

Nace Mateu Orfila, creador de la Toxicología moderna. Retrato de Marie Lafargue, condenada por el envenenamiento de su marido después de la investigación del Dr. Orfila. Fuente Catálogo Carey and Hard. Filadelfia

Retrato de Marie Lafargue, condenada por el envenenamiento de su marido después de la investigación del Dr. Orfila / Fuente: Catálogo Carey and Hard (Filadelfia)

A mediados del siglo XIX la prensa y la literatura europeas habían divulgado un nuevo género —que más adelante se llamaría "negro" o "policial"— que tuvo muchísima difusión. Aquella época coincidiría con la culminación de la carrera científica del doctor Orfila y la prensa de París lo convirtió en una celebridad que tan pronto tenía la admiración de la opinión pública como era rebajado a la categoría de un cómplice de los asesinos. El doctor Orfila peritaría los cuerpos de las víctimas de los crímenes más mediáticos de Francia; y alcanzaría una celebridad que inspiraría a los autores de literatura negra y policial francesa e inglesa de las décadas posteriores. La figura literaria del doctor Watson, que formaba pareja profesional con el detective Holmes, estaría inspirada, entre otros, en Orfila.