Tal día como hoy del año 1410, hace 612 años, en Barcelona, moría el conde-rey Martín I (Girona, 1356), llamado el Humano por su inclinación a la religión. La muerte sin descendencia de Martín abriría una crisis sucesoria que no se resolvería hasta el Compromiso de Caspe (junio, 1412) y que se saldaría con la elección de Fernando de Trastámara como nuevo soberano. Fernando de Trastámara era el segundo hijo del rey Juan I de Castilla y de León y de su esposa Leonor de Aragón y de Sicilia, hija del conde-rey Pedro III, y, por lo tanto, era sobrino por parte materna del difunto rey. Martín sería el último rey de la estirpe creada por el conde carolingio Wifredo el Velloso (siglo IX) que se sentaría en el trono de Barcelona.

Martín I era el segundo hijo varón del tercer matrimonio del conde-rey Pedro III con la princesa Leonor de Sicilia. También, con su hermano mayor Juan, fue uno de los dos únicos hijos varones que sobrevivieron al padre. A la muerte de Pedro III (1387), Juan ocuparía el trono. Y después de la prematura e inesperada muerte de Juan (1396) sin descendencia masculina, Martín sería coronado nuevo rey del conglomerado catalanoaragonés. La tradición catalanoaragonesa que impedía que una mujer fuera coronada como reina titular había dejado sin opciones a las hijas de Juan (Juana y Violante).

Antes de morir, Martín I había ordenado la legitimación de su nieto Federico de Aragón y Rizzari, hijo de Martín el Joven, heredero al trono y fallecido prematura e inesperadamente durante la campaña militar catalana de Cerdeña (1409). Federico había sido concebido fuera del matrimonio, y en la cancillería de Barcelona no había ningún precedente anterior. Pero las especiales circunstancias del momento forzaron aquella maniobra política, impulsada por el propio Martín I y que contó con el apoyo y la colaboración del pontífice cismático Benedicto XIII, más conocido como el papa Luna.

Martín I murió, repentina y sospechosamente, la víspera de la ceremonia de legitimación de Federico. Y, acto seguido, el papa Luna se desentendió del pequeño y se puso al servicio de la candidatura de Fernando de Trastámara, impulsado por las potentes clases mercantiles de Barcelona y de València. El pequeño Federico quedó abandonado en la Corte de Barcelona y no tuvo nunca ningún apoyo importante. Acabaría asesinato en una prisión de Castilla (1438), donde había sido recluido, víctima de falsas acusaciones de intento de robo a unos comerciantes genoveses muy bien relacionados con los Trastámara.