Tal día como hoy del año 1898, hace 120 años, en el contexto de la derrota y retirada española de la Guerra de Cuba (1895-1898), la prensa catalana publicaba unas informaciones aparecidas el día anterior en algunos rotativos de Madrid que acusaban a las burguesías industriales catalana y vasca de haberse enriquecido durante el conflicto. Según la prensa catalana de la época, aquellas informaciones publicaban la balanza de exportaciones e importaciones entre la metrópoli y la colonia durante el periodo del conflicto y lo comparaban con el trienio inmediatamente anterior. Destacaban que las importaciones en la península habían disminuido en 168 millones de pesetas, mientras que las exportaciones a la colonia se habían incrementado en 321 millones de pesetas. Esta alteración la atribuían al envío de provisiones y material de guerra que facturaban las industrias catalanas y vascas con cargo en el erario público.

Mientras todo eso pasaba, el gobierno español ―presidido por el liberal Práxedes Mateo Sagasta― estaba recibiendo una colosal avalancha de críticas por su gestión en la Guerra de Cuba, que le venía por todos los lados. Pablo Iglesias ―líder del PSOE― había publicado una carta acusando de incompetencia a todos los resortes del poder. El estamento militar se había convertido en un gallinero que amenazaba con el enésimo pronunciamiento del siglo. Y la delegación diplomática española enviada a París para negociar el fin del conflicto era objeto permanente de las burlas que le propinaba la prensa europea. En aquel contexto de crisis de gobierno, el catalanismo político, que ya había formulado sus primeras reivindicaciones con las Bases de Manresa (1892), exigía pasar página rápidamente, con una profunda renovación de las estructuras del Estado, que amenazaban el sistema de alternancia que había dominado la política española durante las décadas anteriores.