Tal día como hoy del año 1697, hace 324 años, en Ryswick (Países Bajos) se firmaba un tratado internacional de paz, denominado Tratado de Ryswick, que ponía fin a la llamada Guerra de los Nueve Años (1688-1697), y que había sido el preámbulo de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715). Precisamente, el hecho probado de que el conflicto de los Nueve Años quedó mal cerrado sería una de las causas que explicaría la inmediata guerra hispánica. Aquel tratado fue firmado por los representantes diplomáticos de los dos grandes bloques en conflicto: por una parte, el reino de Francia y los disidentes jacobitas ingleses; y de la otra, la monarquía hispánica, los reinos de Inglaterra, de Portugal, de Dinamarca y de Suecia, los principados de los Países Bajos y de Saboya.

La grande derrotada de aquella guerra y de las negociaciones de paz fue la monarquía francesa. En aquel tratado tuvo que devolver Catalunya y Valonia ―la mitad sur del actual estado belga― a la monarquía hispánica. Estos territorios habían sido ocupados por los franceses en el transcurso del conflicto. Después de Rijswijk, la cancillería borbónica de Versalles reorientó sus políticas expansivas hacia el terreno de la diplomacia; e intensificó sus maniobras en la corte de Madrid, esperando que el rey Carlos II ―que estaba gravemente enfermo y no tenía descendencia― acabara testando a favor de Felipe de Borbón, como así sería (1700). Eso pasó, tan sólo, dos años después de la firma del Tratado de Ryswick.

La secuela más importante que dejó aquella guerra en Catalunya fue el sitio de Barcelona de 1697. Entre el 5 de junio y el 10 de agosto de 1697, las tropas francesas asediaron y bombardearon la capital catalana y causaron más de 4.000 muertes (el 10% de la población de la ciudad). El mismo día que el ejército francés ponía sitio a Barcelona, el virrey hispánico Fernández de Velasco huía amparado por la oscuridad de la noche, dejando la defensa de Barcelona sin dirección militar Reveladoramente, cuando Felipe de Borbón tomó posesión de la corona hispánica (1701), Fernández de Velasco fue recompensado con el cargo de virrey de Catalunya, en perjuicio de Jordi de Hessen-Darmastadt que se había quedado para dirigir la defensa de la ciudad.