Tal día como hoy del año 1568, hace 453 años, en Madrid; moría Fernando de Valdés y Salas, arzobispo de Sevilla desde 1546; que entre 1547 y 1566 había sido inquisidor general de la monarquía hispánica. Desde su atalaya de poder, sería el principal responsable de la aplicación de las tesis del Concilio contrarreformista de Trento (1545-1563) en la monarquía hispánica; que se saldarían con una brutal persecución y desguace de las comunidades protestantes clandestinas de Sevilla, de Cádiz y de Valladolid. Las fuentes documentales revelan que las comunidades protestantes de Sevilla y de Cádiz estaban formadas, en buena parte, por familias de mercaderes de origen catalán, que se vieron obligadas a abandonar la Baja Andalucía (puerta de entrada y salida hacia la América colonial hispánica) y a exiliarse a los Países Bajos y en Inglaterra (1547-1553).

Además, Valdés pasaría a la historia como el primer gobernante que prohibía el uso público de la lengua catalana. Como Inquisidor general de la monarquía hispánica, los años 1560 y 1561, decretó que toda la actividad que generaba el Tribunal del Santo Oficio por todos los territorios peninsulares de la monarquía hispánica (interrogatorios, torturas, juicios y sentencias condenatorias) tenía que ser, exclusivamente, en castellano. Aquel decreto decía textualmente que "en los negocios de la fe, todo se proceda en lengua castellana" y que "no se escriban los procesos en lengua catalana". En aquel momento, la práctica totalidad de la población de los países de lengua y cultura catalanas, no tenía ningún conocimiento del castellano, por lo cual aquel decreto dejó a los procesados por la Inquisición en una situación de total indefensión.

Las fuentes documentales revelan que durante aquella etapa de persecución intensificada, el Tribunal del Santo Oficio en Catalunya, en el País Valencià y en las Baleares, interrogó, torturó y sentenció a miles de personas, la inmensa mayoría mujeres, acusadas de los pretendidos delitos de brujería, sodomía, herejía o blasfemia. Durante la etapa Valdés, la Inquisición actuó, también, como una policía política del régimen hispánico que perseguía la disidencia religiosa e ideológica; y los conflictos con los representantes de las instituciones políticas catalanas, valencianas y mallorquinas, fueron frecuentes. Durante esta etapa, la Inquisición creó un clima de terror que afectaba a todas las capas de la sociedad, y que podía conducir a las mazmorras inquisitoriales a cualquier persona que elaboraba un ungüento curativo o blasfemaba en una taberna.